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                                     QUÍMICA 
                                    Identificación 
                                    El peyote crece en       conjuntos llamados "manchas", al abrigo de arbustos o plantas       con púas que lo protejan de las heladas y de los depredadores. Es un       cacto pequeño de color verde grisáceo cuyas raíces en forma de cono se       hunden profundamente en la tierra. Su crecimiento es muy lento. Requieren       más de15 años para llegar a la madurez. Normalmente tiene un diámetro de       2 a 15 cm. 
                                    El peyote puede tener entre 5 y 13 meristemas (gajos). A los que tienen       cinco se les conoce como "estrellas". Se supone que son los más       buscados debido a sus poderosas concentraciones psicoactivas.  
                                    Sus flores, blancas con una aureola rosácea, miden cerca de 2,5 cm. Se       recoge antes del tiempo de lluvias que antecede a la floración cortándose       al ras del suelo (para que de la raíz brote una nueva cabeza). Cuando se       seca, se encoge y adquiere un color gris oscuro, entonces se le conoce       como "botón de peyote". 
                                    La mezcalina pura tiene el aspecto de pequeños cristales de color blanco       y sabor muy amargo. 
                                     
                                    Composición 
                                    El peyote es una planta       rica en alcaloides. A la fecha se han aislado más de 50, entre ellos:       peyotina, anhalina, anhaloidina, anhalinina, anhalonina y lofoforina. El       más importante de ellos es la mezcalina. 
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                        Fue aislada en 1896 por     el farmacólogo Artur Heffter. Se le llamó así porque fue extraída del     peyote seco que según los científicos europeos de la época se conocía como     botón de mezcal. 
                        La mezcalina es un     alcaloide sumamente estable. Se ha detectado en antiguas muestras de un     entierro mexicano que data de hace 1000 años. (17) 
                        Formas de adulteración 
                        No existen. Sin embargo     algunos otros cactos se han hecho pasar por peyote para engañar a los     consumidores novatos, especialmente el Pelecyphora aselliformis y     el Ariocarpus retusus llamados por los indígenas de México peyotillos     o falsos peyotes. 
                        La mezcalina pura es muy     difícil de conseguir porque tanto la prohibición como sus altos costos de     manufactura han hecho que prácticamente no exista en el mercado. El     farmacólogo Jonathan Ott dice que la mezcalina, más que ninguna otra droga,     ha sido suplantada en el mercado ilícito, principalmente por LSD. Dice que "Es altamente improbable que     más de unas pocas decenas de miles de personas hayan ingerido auténtica     mezcalina en su forma pura". (17) 
                        FARMACOLOGÍA 
                        Mecanismo de acción y formas de empleo 
                        El San Pedro se consume     en polvo debido a la consistencia poco agradable del cactus y la amargura     de su sabor. Además las mayores concentraciones de mezcalina se hallan en     la piel verde del cactus, que se pela cuidadosamente y se seca a bajas     temperaturas para después reducirse a polvo. Hay reportes de que también se     utiliza como componente de una bebida llamada "cimora" hecha con     el cocimiento de sus tallos y el de otras plantas, probablemente Daturas de     efectos propiamente alucinógenos. 
                        La mezcalina pura se administra por vía oral o intravenosa. 
                        Los efectos del peyote     ingerido crudo o seco, al igual que el de la mezcalina por vía oral,     comienzan entre los 60 y 90 minutos después de la ingestión y duran entre 7     y 10 horas. Los efectos de la mezcalina inyectada comienzan entre los 10 y     los 20 minutos. 
                        La mezcalina posee casi     la misma estructura química que la noradrenalina, por lo que actúa     instalándose en los receptores de esta droga cerebral ocasionando     alteraciones en la conciencia y en la percepción, principalmente a nivel     visual. Aunque gran parte de los efectos de estas cactáceas se deben a la     mezcalina, otros alcaloides contribuyen a que la experiencia con peyote o     San Pedro sea diferente a la de la mezcalina pura; la peyotina, por     ejemplo, presenta efectos narcóticos cuando se consume de forma aislada. 
                        Usos terapéuticos 
                        En su estudio     etnobotánico de la Nueva España, Francisco Hernández, médico personal del     rey Felipe II de España, aseguró que "proporciona alivio cuando se     aplica machacado en las articulaciones doloridas". En la actualidad     varias personas con conocimientos herbolarios suelen macerarlo en alcohol y     utilizarlo como remedio contra el reumatismo. (1) Los indígenas norteamericanos     afirman que "si el peyote se usa correctamente, todas las demás     medicinas son superfluas." (25) 
                        Se ha demostrado que el     extracto de peyote tiene actividad antibiótica, justificando su uso para     tratar heridas y como analgésico. (17) 
                        Dosificación 
                        Las dosis bajas son de 1     a 2 cabezas de peyote; las medias de 3 a 6; y las altas de 7 a 10 cabezas.     No hay reportes sobre dosis letales. Algunos peyoteros comanches se jactan     de ingerir hasta 12 peyotes secos en una sesión. 
                        Las dosis bajas de     mezcalina pura van de 150 a 200 mg; las medias de 300 a 500 mg; y las altas     de 800 a 1,000 mg. En este caso tampoco se han reportado la existencia de     una dosis letal. 
                        Efectos psicológicos y     fisiológicos 
                        Ludwig Lewin, el primer     farmacólogo que estudió los alcaloides del peyote aseguró tras varias     ingestiones: 
                        No hay en el mundo una     planta que provoque en el cerebro modificaciones funcionales tan     prodigiosas. Aunque las procure solamente bajo la forma de fantasmas     sensoriales, o por la concentración de la más pura vida interior, esto     acontece bajo formas tan particulares, tan insospechadas, que quien es su     objeto se siente transportado a un mundo nuevo de sensibilidad e     inteligencia. Comprendemos que el viejo indio de México haya visto en esta     planta la encarnación vegetal de una divinidad. (25) 
                        
                            
                                
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                                     Para Schultes y       Hoffman, según establecen en Plantas de los Dioses, el más       espectacular de los múltiples efectos del peyote es 
                                    El juego caleidoscópico de visiones coloridas       de indescriptible belleza […] se percibe destellos y centelleos de       colores, cuya intensidad y pureza desafían cualquier descripción.       Frecuentemente las visiones llevan una secuencia que va de figuras       geométricas a objetos extraños y grotescos, cuyas características varían       de un individuo a otro. (22) 
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                        Richar Heffern, por su     parte, ofrece en Secrets of the Mind altering plants of     Mexico (12) una detallada descripción respecto a los efectos que     opera el buen cacto sobre la conciencia: 
                        Quería que mi primera     experiencia con peyote fuera perfecta en cada detalle, así es que la planeé     tan cuidadosamente como pude. Mi acompañante y yo decidimos dormir la mayor     parte del día para estar alerta por la noche… deliberadamente escogimos una     noche de luna llena para no necesitar luz artificial… Aproximadamente una     hora antes del atardecer ingerimos cada uno el equivalente a 500 miligramos     de mescalina. Alrededor de 40 minutos después... caminé cuesta abajo hasta     llegar a un nopal y de pronto tuve la extraña sensación de que sería muy     descortés pasar junto a la planta sin saludarla. En esos momentos, la     planta era tan importante como yo. Ambos - la planta y yo - estábamos en     esta tierra juntos, y además de este hecho, me embargaba el sentimiento de     que existía un vínculo entre nosotros. Estábamos "en esto"     juntos… Durante toda la experiencia, hubo un pronunciado regocijo. Sentía     que estaba parado más erectamente que de costumbre; sentía un gran orgullo     por ser una criatura viviente. En esos momentos, la conciencia de estar     vivo me parecía suficiente para ser completamente feliz. Al mismo tiempo,     parecía que me quedaba muy poco "ego"; sentía que era una pequeña     parte de un todo mucho más grande. Estaba en la tierra para vivir, para     experimentar, para aprender. El mundo alrededor mío era un gran lugar     sagrado - un lugar que debía ser reverenciado y respetado. Ahora que lo veo     a distancia... me pregunto si las cosas habrían sido diferentes de haber     estado rodeado de un ambiente urbano en el que prevalecieran las cosas     hechas por el hombre… De alguna manera, sentí un gran desamparo. Me sentí     como un niño en un mundo extraño, poco familiar pero fascinante. Sentí que     estaba aprendiendo todo de nuevo, por así decirlo… La cresta de la     experiencia pareció venir después de las cuatro horas, aunque era muy     difícil estar consciente del paso del tiempo. En algún punto, parecía que     en verdad podía sentir la rotación de la tierra sobre su propio eje, un     fenómeno que ocurre constantemente, aunque la vida parece insensible a esta     clase de movimiento. Era una noche de neblina, y la niebla parecía tomar la     forma de un dragón enorme, iluminado por la luna… En algún punto     indiscernible, una suerte de retrospectiva se convirtió en el aspecto     dominante de la experiencia. Era como si mi mente estuviera tratando muy     duro, en otro nivel, de encontrar el significado de la experiencia     completa. Tenía un conocimiento intuitivo de que la experiencia tenía un     gran significado y yo no estaba siendo capaz de captar la totalidad de su     significado… En los días que siguieron, pensé muchas veces en todo lo que     había pasado, ya que lleva algo de tiempo comprenderlo todo. (12) 
                        El siguiente relato es     de un viajero anónimo que tomó 300 mg de mezcalina pura administrado en     forma oral: 
                        Me habría gustado, y     estaba esperando, tener un día de excitación visual, pero parece que fui     incapaz de escapar al auto-análisis… Aprendí muchas cosas acerca de mí     mismo y de mi trabajo interior… Comencé a cobrar conciencia de un punto,     una brillante luz blanca, que parecía ser por donde Dios estaba entrando, y     era inconcebiblemente maravilloso percibirla y estar cerca de ella. Uno     deseaba con todo el corazón que se aproximara. Pude entender por qué la     gente se sienta y medita durante horas sólo con la esperanza de que esta     poca de luz los contacte. Supliqué que continuara acercándose. Pero no lo     hizo. Se desvaneció y no regresó en esa forma particular durante el resto     del día. Escuchando el Requiem de Mozart encontré magníficas crestas de     belleza y gloria. El mundo estaba tan lejos de Dios, y nada era más     importante que volver a entrar en contacto con Él. Pero vi como creamos el     fiasco nuclear para amenazar la existencia del planeta, como si fuera sólo     a través de la amenaza de la aniquilación completa como la gente podría     despertar y comenzar a preocuparse por los demás… Un efecto remarcable de     esta droga es la extrema empatía que se siente por todas las cosas     pequeñas; una piedra, una flor, un insecto. Creo que sería imposible dañar     a alguien -cometer un acto dañino o doloroso sobre alguien o algo está más     allá de las capacidades de uno. Ni siquiera se puede cortar una flor…     Terminé la experiencia sintiendo que había pasado por muchas cosas, que     había logrado algo importante. Me sentía maravillosamente, libre y     despejado. (23) 
                        Antonio Escohotado (6)     advierte que el malviaje no está descartado. Asegura que la personalidad     autoritaria, la paranoica, la marcadamente depresiva u obsesiva, la     pusilánime y la muy ambivalente tienden a asimilar mal todos o algunos     momentos de la excursión psíquica. 
                        A nivel físico, tras la     ingestión aumenta el ritmo cardiaco y respiratorio, las pupilas se dilatan     y ocasionalmente se experimentan náuseas y vómito debido al sabor amargo     del cacto. Puede presentarse también un dolor de cabeza pasajero. No hay     reportes sobre daños ocasionados por el consumo prolongado de peyote. 
                        Potencial de dependencia 
                        La tolerancia es     prácticamente nula si las dosis se espacian un mes como mínimo. Sólo tras     años o décadas de administraciones mensuales o quincenales, la dosis puede     doblarse o triplicarse. No hay indicios de que el consumo de peyote genere     adicción física o psicológica. 
                         
                        ¿Qué hacer en caso de emergencia? 
                        Una sobredosis ocasiona     arritmias peligrosas por lo que debe considerarse como urgencia médica. Los     efectos de un mal viaje pueden ser suavizados con 20 mg de diacepam     (Valium®) o suspenderse con 50 mg de clorpromazina (Largactil®) o     haloperidol (Haldol®).  
                        HECHOS INTERESANTES 
                        Régimen legal actual 
                        El cultivo del peyote     está prohibido; su principal alcaloide, la mezcalina pertenece     a la Lista I. En la práctica esto significa que si no eres     un indígena norteamericano perteneciente a la Native American     Peyote Church, institución protegida por el derecho a la libertad de     culto, no puedes cultivar, comerciar o consumir peyote en territorio     estadounidense. En el caso de México, aunque no hay excepciones     legislativas formales, el gobierno se muestra tolerante únicamente con     ciertos grupos indígenas que pueden recogerlo y consumirlo en lugares de     difícil acceso propios de su geografía teológica. El resto de la población     está sujeta a la aplicación de la ley (o a la extorsión). 
                        En el caso de la legislación mexicana en materia de drogas, de acuerdo a las     Tablas de penas previstas en el artículo 195 bis del Código Penal     para el Distrito Federal en materia común y para toda la República en     materia federal, portar menos de 2.5 gramos de mezcalina se considera     como consumo personal y no se aplica ninguna sanción, según el artículo 199     del mismo código. Una cantidad mayor se considera como tráfico y sí está     sujeta a penalización, dependiendo de la cantidad (consultar las tablas). Una dosis media de mezcalina consignada en     esta página de Las drogas tal cual... es de 500 a 800 mg,     así es que el margen es bastante amplio. 
                         El Santo Oficio     contra la planta que hace que los ojos se maravillen 
                        Aunque el ceremonial     del peyotl fue proscrito por una instrucción del Santo     Oficio español en 1638, su represión fue cada vez más extrema porque no se     podía extirpar. El Padre Andrés Pérez de Rivas, jesuita del siglo XVII,     denunciaba a sus superiores que los indígenas de Sinaloa consumían el cacto     regular y clandestinamente. En 1760, más de un siglo después de la     prohibición cristiana, ciertos manuales para la confesión de los conversos     incluían preguntas como estas: 
                        ¿Has comido carne de     hombre? ¿Has comido peyote? ¿Eres tú adivino? ¿Has anunciado eventos     futuros mediante la lectura de augurios, interpretando sueños o trazando     figuras en el agua? ¿Has adornado con guirnaldas de flores los sitios donde     hay ídolos? ¿Has chupado la sangre de otros? ¿Has caminado durante la noche     convocando la ayuda de los demonios? ¿Has bebido peyote o se lo has dado a     beber a otros para descubrir secretos o el lugar donde se encuentran     objetos perdidos o robados? (22) 
                         A la caza del     peyote 
                        Los huicholes     identifican al peyote con el venado y emprenden una auténtica cacería anual     para obtener hikuri. Estas peregrinaciones culminan en Wirikuta, una región     cercana a Real de Catorce en San Luis Potosí. En la geografía huichola     Wirikuta es el centro del mundo, el lugar de los dioses antepasados, el     sitio donde se origina la vida sagrada de la tribu. Hasta no hace mucho sus     antepasados caminaban unos 300 kilómetros para llegar allí. Aunque     actualmente buena parte del trayecto la hacen en vehículos, el viaje sigue     siendo largo y pesado. 
                        
                            
                                
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                                     En 1960 un grupo de       antropólogos recibió autorización de los huicholes para acompañarlos en       algunos de sus viajes. Gracias a ello sabemos que un experimentadomara'akame o chamán, que está en contacto con Tatewari (Nuestro       Abuelo Fuego) es quien guía el viaje. Tatewari, conocido también como       Hikuri, el dios peyote, es la deidad huichola de mayor antigüedad.       Tatewari condujo la primera peregrinación del peyote a Wirikuta y los       participantes siguen sus pasos a fin de "encontrar su vida". 
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                                     | 
                                 
                            
                         
                        La preparación para     emprender la cacería incluye la confesión y la purificación rituales. Al     llegar ante las sagradas montañas de Wirikuta, los peregrinos reciben un     baño ritual y realizan plegarias en favor de la fertilidad y la lluvia;     posteriormente el chamán inicia una serie de prácticas ceremoniales, relata     historias sobre la antigua tradición del peyote, invoca protección para lo     que ha de venir y conduce a los participantes hasta los "umbrales     cósmicos" donde sólo él puede ver las huellas del venado. Cuando     localiza el peyote, lanza una flecha que va a dar al cacto. Entonces se     lleva a cabo una ofrenda y todos buscan más peyote y llenan varias canastas     para compartirlo con los que se quedaron en casa y para vendérselo a coras     y tarahumaras que, aunque usan el peyote, no suelen ir en su búsqueda. Por     la noche tiene lugar el rito a través del cual los cazadores del peyote     entran en contacto con las Primeras Gentes. Se colocan cuatro flechas     apuntando hacia los cuatro puntos cardinales y justo a la media noche se     enciende una fogata. 
                        El chamán bendice tabaco tocándolo con plumas antes de     distribuirlo entre los participantes. Después de fumar tabaco, cada uno ingiere entre 8 y 13 gajos de     hikuri. Todos encienden velas y murmuran plegarias mientras el chamán se     comunica con los elementos y maneja kupuri (fuerza de     energía vital). Se inicia entonces "el peligroso tránsito hacia el     otro mundo". Este paso consta de dos etapas: "la primera es el     puente hacia las nubes estruendosas y la segunda, la separación de las     nubes. Esto no representa un lugar en la Tierra sino que pertenece a la     "geografía de la mente"; para los participantes, pasar de una     etapa a otra es un evento lleno de emoción… la cacería del peyote es un     regreso a Wirikuta, al paraíso, al arquetípico principio y final de un     pasado mitológico." (22) 
                        Un chamán huichol busca entrar en contacto con la     divinidad a fin de obtener visiones del pasado que le permitan adquirir     conocimiento para orientar su vida y ayudar a los demás. Su meta última es     un clarísimo ejemplo de sabiduría: dejar de contactar a la divinidad a     través del peyote, toda vez que aprenda a quedarse con él en su interior. 
                        A sus más de ochenta     años un renombrado chamán huichol, Don José Matsúwa, le confió a su     aprendiz Prem Das: "El camino del mara'akame [chamán]     nunca termina. Yo soy un viejo y sin embargo sigo siendo un nunutsi [bebé]     frente al misterio del mundo." Ramón Medina Silva, otro chamán huichol entrevistado por la antropóloga     Barbara Myerhoff, dice: "Todos nuestros símbolos, el venado, el     peyote, el maíz de cinco colores, todos los que has visto ahí en Wirikuta,     cuando vamos a cazar el peyote, son bellos. Y son bellos porque son     verdaderos." (22) 
                        Viaje a la Sierra Tarahumara 
                        Entre los tarahumaras,     la danza del peyote puede realizarse en cualquier época del año, por motivos     de salud o prosperidad de la tribu. En ocasiones se incorpora a otras     fiestas ya establecidas. La parte principal de la ceremonia consiste en una     serie de bailes y rezos precedidos y seguidos por un día de ayuno. Se     realiza en un área despejada donde se colocan leños de roble y pino     orientados en dirección este-oeste para posteriormente encender una fogata.     El guía es secundado por varias mujeres encargadas de moler el cacto fresco     en metates. El guía se ubica al oeste del fuego, frente a él hay un pequeño     hoyo en el que se coloca el peyote cubierto con una jícara que sirve como     caja de resonancia de un raspador. El peyote está bajo la caja de     resonancia "porque le gusta el sonido". Las canciones que se     entonan durante la ingestión alaban al peyote por la protección que brinda     a la tribu. 
                        Los rituales curativos     son bastante distintos. El chamán tarahumara cura al amanecer. Después de     haber ingerido peyote y bailado buena parte de la noche, termina la danza     con tres golpes seco. Todos los asistentes que han estado haciendo lo     mismo, se detienen. El chamán se yergue acompañado por un joven asistente y     camina en círculo bendiciendo con agua la frente de todos los     participantes. Entonces toca tres veces al enfermo con su bastón mientras     golpea el suelo también tres veces. El polvo que se levanta es considerado     un poderoso dador de vida y se recupera para uso medicinal. El rito culmina     cuando el chamán envía al espíritu del peyote de vuelta a su lugar, para     ello abre sus brazos al incipiente sol y golpea tres veces el suelo con sus     pies: "Una vez que el espíritu del peyote ha concedido sus     bendiciones, se convierte en una bola y vuela de regreso a su     refugio." (2) 
                        
                            
                                
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                                     Tras algún tiempo en       contacto con su cultura y sus tradiciones, el poeta francés Antonin       Artaud consiguió ser invitado sus ceremonias. Tiempo después consignaría       sus experiencias en Viaje al país de los tarahumaras. Allí       relata que antes de probar el peyote en medio de un ritual de sanación       bastante elaborado, escuchó en boca de uno de sus anfitriones esta       sencilla y magnífica recomendación: 
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                        El que verdaderamente ha     bebido ciguri, HOMBRE y no FANTASMA indeterminado, sabe cómo están hechas     las cosas y no puede ya perder la razón porque es Dios el que está en sus     nervios y desde allí lo conduce. Pero beber ciguri es justamente no exceder     la dosis porque ciguri es lo infinito, y el misterio de la acción     terapéutica de los remedios está ligado a la proporción que nuestro     organismo absorbe. (2)  
                        Las tribus norteamericanas y la     fundación de la Native American Peyote Church 
                        Son más de 40 las tribus     de indígenas que en diversas partes de Estados Unidos y Canadá emplean el     peyote con fines religiosos. Parece ser que los kiowas y los comanches     fueron los primeros en introducir el uso sacramental de este cacto después     de haber visitado a los indígenas del Norte de México. Como es bien sabido,     los indígenas de Estados Unidos se han visto obligados a vivir en     reservaciones desde la última mitad del siglo XIX y gran parte de su     herencia cultural ha desaparecido. 
                        Se cuenta que antes de     este inevitable desastre, varios líderes indios, especialmente los de las     tribus ubicadas en Oklahoma, empezaron a propagar en forma activa "un     nuevo culto del peyote que se adapta a las necesidades de los grupos     indígenas más avanzados de los Estados Unidos." (22) La exitosa     propagación del culto generó una fuerte oposición entre los misioneros y     los grupos locales del gobierno. La ferocidad de esa oposición alentó a los     gobiernos locales a promulgar legislaciones represivas. Como bien observa     Brau: "los propagadores del Peyote Cult, al incitar a     buscar a la divinidad en el interior de sí mismo, no podían sino ganarse     los anatemas de los defensores de una religión oficial, que identifica las     leyes de Dios con las del Estado para justificar la perennidad de una     sociedad expansionista." (4) 
                        Con la intención de     protegerse, cerca de cincuenta tribus se unieron en 1918 para fundar     la Native American Peyote Church, cuya meta es "Proteger y     promover la creencia en el Todopoderoso, estimulando la moralidad, la     sobriedad, la industrialización y el correcto vivir, mediante un uso     sacramental del peyote." En la actualidad se afirma que sus miembros     sobrepasan los 250,000 y han conseguido que el gobierno más poderoso del     mundo les reconozca su derecho a consumir peyote como una extensión del     derecho a la libertad de culto que protege la Constitución estadounidense.     Gracias a ello, los miembros de esta iglesia pueden cultivarlo, adquirirlo     y distribuirlo legalmente. 
                        Las ceremonias     religiosas varían de una tribu a otra, entre los comanches de Oklahoma, por     ejemplo, el culto se celebra en un tipi especial cuya     puerta está orientada hacia el Este. En el interior hay un altar     rudimentario hecho con arcilla en forma de media luna con las puntas     mirando también hacia el Este. El chamán del culto es el Roadman (Hombre     del Camino) o el Kapana karigwapi (Jefe Sentado del     Oeste), que recibe ayuda del Kotowapi, (Guardían del Fuego) y     el Tiroyawapi (Jefe del Cedro). Los instrumentos rituales están     constituidos por una serie de tambores metálicos, calabazas que contienen     grava y un silbato de madera o de hueso de águila. La ceremonia comienza al     ponerse el sol. El jefe entra al tipi y se sienta al     Oeste. Los demás participantes entran después de él, se orientan hacia el     Sur y se trasladan de izquierda a derecha hasta encontrar un lugar     desocupado. El Guardián del fuego lo mantiene ardiendo entre el altar de     arcilla y la puerta. Tras el canto de introducción a la ceremonia, se     suceden los demás cánticos acompañados por los tambores y la calabaza,     instrumentos que van pasándose de mano en mano en el sentido de las agujas     del reloj. Lo mismo ocurre con los mezcal-buttons que se     consumen desde la apertura de la ceremonia hasta la media noche. 
                        
                            
                                
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                                     Las plegarias y       cánticos terminan al amanecer, hora en que los participantes comparten un       sustancioso desayuno antes de disgregarse para ir a cumplir sus       respectivas obligaciones "con el alma en paz, y jubilosos de haber       sentido entrar en sí a la divinidad." (4) 
                                    El antropólogo Weston       Labarre, autor de El culto al peyote, piensa que "Acaso       los aficionados al peyote hagan suya la frase del jefe comanche Quanah       Parker, que alude a la superioridad del culto del peyote sobre el cristianismo: El       hombre blanco va a la iglesia y habla de Jesús; pero el indio va a su       tipi y habla a Jesús." (15) 
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                        Testimonios de la Iglesia Nativa     Americana 
                        Reuben Snake y Huston     Smith compilaron el libro One nation under God: The triumph of the     Native American Church(Santa Fe, Clear Light Publishers, 1996) que se     originó con la finalidad política de ayudar a conseguir el derecho al uso     sacramental del peyote, derecho que el Congreso aprobó antes de que el     libro llegara a la imprenta, por lo que dicha publicación finalmente se     convirtió en una celebración de la victoria de los nativos americanos y un     testimonio del impresionante movimiento que promovieron para conseguir su     meta. 
                        
                            
                                
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                                     En un libro       posterior, La percepción divina: el significado religioso de       las substancias enteógens (29), Huston Smith cuenta que su contribución       al libro que realizó con Snake consistió en entrevistar a miembros de la       Iglesia Nativa Americana (INA) acerca de lo que significaba para ellos       dicha iglesia para mostrar cómo la fe que generan los enteógenos puede       alcanzar proporciones que han requerido cierta institucionalización,       aunque sólo sea de forma descentralizada y congregacionista como en el       caso de la INA. 
                                    Estos son algunos de       los testimonios que Smith reprodujo allí: 
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                        Voy a cumplir noventa y     cuatro años, de modo que si quieren un ejemplo de alguien que haya tomado     peyote toda su vida, creo que yo soy ese... Mi gente lo usa y encuentra     guía espiritual. Cuando me siento en el tipi y comparto la medicina, me     concentro y pienso cuánto deseo ser bendecido y en quién quiero rezar. El     mundo exterior desaparece. Me siento humilde y los buenos pensamientos que     acuden a mi mente me ayudan.  
                        [Truman Dailey, oto de Mussouri] 
                        Esto es todo lo que sé.     Cuando empecé a ingerir esta medicina empecé a verlo todo. Ya no discutía     con nadie. Ya no enfadaba con nadie. Eso es todo. Cuando empecé a tomar     esta medicina empecé a pensar siempre en el Gran Espíritu, cada día.  
                        [Una menomini de setenta años] 
                        He vivido una vida de     sobriedad durante veintitrés años. No fumo como solía hacer. No bebo alcohol ni consumo ningún     tipo de droga, por la vida que llevo ahora en la iglesia nativa americana.     Esto es lo que ha hecho por mí, por mi familia y parientes de ambos lados:     mis cuñados winnebago, mis parientes sioux, mis familiares menomini, los     creek, seminola, ottawa y iowa, mi gente que está en casa en     Oklahoma.  
                        [Johny White Cloud, oto de Missouri] 
                        Cuando tomé peyote por     primera vez me puse muy mal. Parecía como si hubiera vomitado varias     botellas de whisky, varios rollos de tabaco y dos bulldogs. Esta     acumulación de porquería representaba todos los pecados que había cometido.     Con su expulsión me volví puro y limpio ante los ojos de Dios y sabía que     si continuaba tomando peyote seguiría en esa condición. Me transformé en un     hombre nuevo.  
                        [Un winnebago] 
                        Con los años el peyote     me ha enseñado muchas cosas, aunque en realidad ha sido Dios quien lo ha     hecho a través de él.  
                        [Andy Kozard, kiowa] 
                        El jefe Peyote nos dice     que nuestras reuniones son para hacer que seamos mejores indios, que seamos     amigos y que dejemos de luchar. Cuando comemos peyote sentimos un cálido     resplandor hacia los demás en nuestros corazones, como si ellos fueran     nuestros hermanos.  
                        [Ralph Kochampanaskin] 
                        Mi corazón estaba lleno     de pensamientos asesinos cuando tomé peyote pot primera vez. Quería matar a     mi hermano y a mi hermana. Todos mis pensamientos se centraban en pelear.     Algún espíritu del mal me había apresado. Hasta quería matarme a mí mismo.     Cuando tomé esta medicina todo cambió. Empecé a querer a mi hermano y a mi     hermana, a quienes quería matar. Esto es lo que la medicina ha hecho por     mí.  
                        [John Rave] 
                        Nunca he visto colores     ni he experimentado alucinaciones de ningún tipo cuando he tomado peyote.     Lo que siento es que estoy sentada al lado mismo de Dios Creador. Me     comunico con Él. Por supuesto no está físicamente, pero espiritualmente     puedo sentir que está cerca de mí. Y cualquier cosa que pido en mis rezos     siento que me oye... Parte de la experiencia de estar cerca de Dios es que     la medicina te saca las cosas malas que llevas dentro. Si tienes malos     pensamientos o si estás bajo de estado de ánimo, generalmente lo verás todo     claro. De este modo, si no vives bien tu vida, el peyote te purifica. Te     ayuda a limpiar tu espíritu...  
                        [Patricia Mousetail Rusell, chayene del sur] 
                        El peyote es mi Biblia.     Sé lo que he de hacer y lo que no he de hacer. Cuando tomo ese peyote, me     siento humilde y respetuoso en todo momento. El peyote no es como un narcótico.     Cuando lo comes, tu mente se enfoca en el Gran Espíritu.  
                        [Larry Etsitty, navajo] (29)  
                        Aldous Huxley abre las puertas de     la percepción al movimiento psiquedélico 
                        Louis Lewin publicó en     1924 Phantastica un libro acerca de las drogas psicoactivas     que hoy conocemos como enteógenos o visionarios para las cuales Lewin acuñó     el término "phantastica". En este libro había un capítulo     dedicado al peyote. La versión en inglés se publicó en Londres en     1931. Aldous Huxley, filósofo y escritor inglés, autor de Un     mundo feliz, leyó la traducción de Phantastica y su     entusiasmo por lo allí referido lo condujo a experimentar con la mezcalina     en 1953 bajo la guía del psiquiatra canadiense Humprey Osmond. 
                        
                            
                                
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                                     Sus experiencias       quedaron inmortalizadas en un ensayo que pronto se volvería un clásico:       Las puertas de la percepción, publicado un año después. 
                                    Tras explicar       detalladamente su experiencia, Huxley reflexionaba acerca de la ancestral       necesidad humana de tomar "vacaciones químicas" para escapar de       la propia personalidad y el ambiente hostil o aburrido en el que la gente       habita comúnmente: "alcohol y 'píldoras buenas' en el moderno       Occidente, alcohol y opio en el Este, hachís en el mundo musulmán,       alcohol y marihuana en América central, alcohol y coca en los Andes, alcohol       y barbitúricos en las regiones más modernas". (13) 
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                        En su opinión, ya que     éstos no son hechos excepcionales sino comunes en nuestras sociedades, le     parecía mejor que las vacaciones químicas se realizaran con drogas como la     mezcalina para sacar algún provecho de la experiencia. A sus ojos, "la     mayoría de los usuarios de mezcalina experimentan sólo la parte paradisiaca     de la esquizofrenia" y el alcaloide "sólo trae el infierno y el     purgatorio a aquellos que han tenido enfermedades recientes, o que sufren     de depresiones cíclicas o ansiedad crónica". 
                        Huxley sostenía que era     posible alcanzar a través de los estados místicos un conocimiento cósmico y     más rico de lo que el hombre, con sus simples circuitos cerebrales, era     capaz de conseguir y creyó encontrar en la mezcalina lo que buscaba: una     llave para la ampliación del conocimiento y la conciencia. 
                        Esto es lo que concluyó     en Las puertas de la percepción, cuyas ideas influyeron a toda     una generación que se lanzó a experimentar por su cuenta y riesgo: 
                        No soy tan tonto como     para igualar lo que pasa bajo los efectos de la influencia de la mezcalina     o cualquier otra droga, preparada o preparable en el futuro, con la     realización del fin y el propósito último de la vida humana: la     iluminación, la Visión Beatífica. Todo lo que estoy sugiriendo es que la     experiencia con mezcalina es lo que los teólogos católicos llaman "una     gracia gratuita", no necesariamente la salvación, pero una ayuda     potencial que hay que aceptar agradecidamente, si está disponible. Ser     sacudido fuera de las raíces de la percepción ordinaria, que se le enseñen     a uno durante unas pocas horas sin tiempo el mundo interior y el mundo     exterior -no como aparecen a un animal obsesionado con la supervivencia o a     un humano obsesionado con las palabras y los conceptos, sino como son     aprehendidos, directa e incondicionalmente, por la Gran Mente- es una     experiencia de inestimable valor para todos y especialmente para los     intelectuales. (13) 
                        Después de escribir este     ensayo, Huxley probó la LSD, lo que supuso una experiencia aún más     profunda para él y consideró que con esta droga podría alcanzarse una     inteligencia mayor, más capacidad de amar y más espiritualidad, por lo que     tras publicar un segundo ensayo, Cielo e infierno, donde     relataba sus nuevas experiencias y profundizaba en sus anteriores     reflexiones, se convirtió en el líder de una revolución cultural que     penetró numerosos ámbitos sociales (ver más al respecto en LSD). 
                        El turbulento infinito de Henri Michaux 
                        En El infinito     turbulento y otros libros que aún no han sido traducidos al     español como Misérable miracle y Les grandes     épreuves de l'espirit, el poeta belga Henri Michaux, relata sus experimentos     con entéogenos. L'infini turbulent (1957) está casi     enteramente dedicado a dar cuenta de sus excursiones psíquicas con     diferentes dosis de mezcalina pura. Sobre sus efectos describe     ingeniosamente: 
                        
                            
                                
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                                     Si, vueltos particularmente sensibles,       captáramos, en lugar de la del diapasón, cada una de las cuatrocientas       treintaicinco vibraciones dobles, que lo constituyen en apretado haz,       habría más sensibilidad pero ya no oiríamos el la. Lo hubiésemos perdido.       De este modo noto miles de unidades íntimas en las que no reconozco nada,       aunque quizás su conjunto sea lo que se me antoja más habitual, más       cotidiano, más corriente y quizá más mío. (16) 
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                        Michaux sufrió     experiencias aterradoras y beatíficas que lo llevaron a asegurar que la     mezcalina 
                        Contamina de ángel al     hombre… provoca un estado absolutamente fuera de lo corriente, cuya     experiencia sólo han conocido los místicos, esos drogados del ayuno, de las     vigilias, de las oraciones prolongadas, agotadoras (aunque por eso mismo     clarividentes) y unos cuantos locos, sin que ni unos ni otros hayan hablado     totalmente, los primeros por discreción y miedo de causar daño atrayendo     hacia lo que debe ser evitado, y los segundos por una insuficiencia de     atención y de don verbal. (16) 
                        Habida cuenta de sus     experimentos, Michaux decidió otorgarle a la mezcalina los siguientes     adjetivos "aceleradora, repetidora, agitadora, acentuadora, alteradora     de todo sueño, interruptora, demostradora de la discontinuidad... corriente     alterna." 
                        
                        Las certeras apreciaciones de     Octavio Paz respecto a la prohibición de los enteógenos 
                        El poeta y escritor     mexicano Octavio Paz utilizó esta última descripción de Henry Michaux como     título para una colección de ensayos en los que aborda el tema de las     drogas visionarias: "Conocimiento, drogas, inspiración";     "Henri Michaux"; "Gracia, ascetismo, méritos";     "Paraísos"; y "El banquete y el ermitaño". 
                        Justo en este último     ensayo de Corriente alterna Paz resume certeramente el     meollo del asunto respecto a la prohibición de los enteógenos: 
                        
                            
                                
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                                     Son un desafío a las ideas       de actividad, utilidad, progreso, trabajo y demás nociones que justifican       nuestro diario ir y venir. El alcoholismo es una infracción a las reglas       sociales; todos la toleran porque es una violación que las confirma. Su       caso es análogo al de la prostitución. Ni el borracho ni la prostituta       ponen en duda las reglas que quebrantan. Sus actos son un disturbio, una       alteración del orden, no una crítica. En cambio, el recurso a los       alucinógenos implica una negación de los valores sociales y es una       tentativa, quimérica sin duda, por escapar de este mundo y colocarse al       margen de la sociedad. [...] Puede entenderse ahora la verdadera razón de       la condenación y su severidad: la autoridad no obra como si reprimiese       una práctica reprobable o un delito sino una disidencia. Puesto que es       una disidencia que se propaga, la prohibición asume la forma de un       combate contra un contagio del espíritu, contra una opinión. La autoridad       manifiesta un celo ideológico: persigue una herejía, no un crimen. (18)  
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                        Las experiencias de Carlos Castañeda con     "Mescalito" 
                        En el verano de 1960,     Carlos Castañeda, un estudiante de antropología de la Universidad de los     Ángeles California, aprovecha sus vacaciones en México para visitar el     norte del país. Castañeda encuentra un chamán llamado Don Juan y a lo largo     de aproximadamente diez años de experiencias comunes, escribe sus cuatro     primeros libros que tienen un éxito comercial sin precedentes y provocan     importantes polémicas culturales: The teachings of Don Juan (Las     enseñanzas de Don Juan), 1968; A separate reality (Una realidad     aparte), 1971; Journey to Ixtlan (Viaje a ixtlán), 1972;     y Tales of  power (Relatos de poder), 1974. La     primera versión en español de los mismos la realiza el Fondo de Cultura     Económica en México entre 1975 y 1976 e incluye un prólogo de Octavio Paz. 
                        En el primer tomo, el     joven antropólogo sale en busca de un informante y va a dar con un brujo     que le propone iniciarse en el universo de la brujería, es decir, hacerse     su discípulo. El antropólogo acepta sin renunciar a sus objetivos     científicos. En este primer libro, al tiempo en que relata experiencias     verdaderamente fantásticas, intenta analizarlas sistemáticamente desde su     posición de observador exterior amurallado en la antropología. El libro     causa un fuerte impacto, tanto en el campo de la antropología como en el de     la psicología experimental encabezada en Harvard por Timothy Leary, misma     que cobra una influencia capital entre los hippies de la época, quienes no     casualmente se pretendían "indios-blancos" por oposición a sus     progenitores beat, a los que se calificó de     "negros-blancos". 
                        
                            
                                
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                                     El aprendiz de brujo o       "guerrero", según la terminología que usa Castañeda, debe       "aprender a ver", es decir, a ver otra realidad desbordando la       limitada capacidad de la percepción cotidiana. 
                                    Para este fin entran       en juego la serie de enteógenos por cuya experiencia debe pasar el       guerrero iniciado: Concretamente, el peyote (Lophophora       williamsi) a cuyo espíritu se alude como "Mezcalito";       la "yerba del diablo" o toloache (Datura       inoxia); y el hongo llamado "Humito"(Psilocibe       mexicana o alguna otra variedad de hongos psicoactivos). 
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                        De acuerdo con José Luis     Jiménez-Frontín en su ensayo "El desafío de Carlos Castañeda",     entre mayor sea la resistencia al abandono de la percepción ordinaria mayor     será la cantidad de enteógenos necesaria para aprender la lección: 
                        A mayor resistencia a la     aceptación de las nuevas realidades desveladas por las nuevas percepciones     de la experiencia alucinada, mayor será el número de dichas experiencias,     necesarias para el desmoronamiento de las antiguas 'descripciones del     mundo' del aprendiz. Un círculo vicioso en el que, como le ocurre a Castañeda,     puede irrumpir el primer enemigo: el miedo. Pero pueden ocurrir también     otras cosas: la ruina física o mental del aprendiz o su encadenamiento por     adicción a este tipo de experiencias. Un auténtico círculo vicioso, porque     nadie que no sea un auténtico 'guerrero' puede osar introducirse en el     mundo al otro lado del espejo y salir indemne: Mescalito mata, destruye a     los intrusos y arroja a los débiles a los submundos de la locura o de la     esclavitud. Pero los auténticos guerreros son, precisamente, quienes menos     necesidad tendrán de la reiteración de tales experiencias y menos riesgos     correrán por tanto. ¡Luego no se trataba, en último extremo, de una mística     alucinógena, una mística del juego de la experiencia por la experiencia! (14) 
                        En efecto, tal como lo     confirma el propio Don Juan, dicha ingestión no constituye un fin en sí     misma, sino el medio más elemental y transitorio para que el iniciado pueda     experimentar la alteración de las percepciones y, de ser posible, acceder a     la vivencia de "la otra realidad". En este proceso, o "senda     de sabiduría" hay cuatro enemigos que persiguen al iniciado o     "guerrero": en primer lugar el miedo, miedo a la experiencia     misma de la otra realidad y a la pérdida del antiguo ego, un miedo capaz de     paralizar el proceso desde sus inicios; una vez superado este enemigo,     aparece el poder, un poder que es real pero que debilita al que se deja     atrapar en sus redes, al que se convierte en esclavo de sus propias artes     (para Don Juan el brujo que practica la magia negra no es más que un pobre,     miserable "aprendiz de brujo"); superada la tentación del poder,     acecha el enemigo de la clarividencia, el más peligroso espejismo, sólo     superable con humildad y más clarividencia; llega por fin el último y más     peligroso enemigo: la vejez, la decrepitud, el debilitamiento, la tentación     del abandono, la "jubilación" en suma. 
                        Desde la óptica     pedagógica de Don Juan, el consumo de enteógenos es un medio entre otros;     no obstante, desde la óptica del consumidor hippie de los sesenta se le ve     como el único medio posible y, sin contexto alguno, se busca en la     experiencia reiterada el sentido mismo de la existencia. Para muchas     personas esto es visto como una profanación, para Jiménez-Fortín, más que profanación,     se trata de una "adoración del sacramento". 
                        
                            
                                
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                                     En el segundo       tomo, Una realidad aparte, Castañeda empieza a perfilar su       ruptura con la antropología. Abandona definitivamente su papel de       observador externo y esta vez narra sus experiencias desde la pura óptica       de la experiencia personal; proceso que lleva hasta sus últimas       consecuencias en los siguientes volúmenes. La reacción de los       antropólogos es fulminantemente negativa y para desconcierto de la       mística hippie, en los dos últimos libros, Castañeda rompe con la       experimentación enteogénica para adentrarse cada vez en mayores       complejidades. Sus narraciones dejan cada vez más claro que se trata de       un proceso sin fin en el que las plantas sagradas son sólo un primer       peldaño.  
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                        Las experiencias de Ann Shulguin con peyote y Alexander Shulguin con     mezcalina 
                        En los voluminosos     libros PHIKAL y THIKAL, escritos por los     esposos Shulguin, Alexander que es químico, enseña cómo sintetizar varias     drogas psicoactivas, muchas de las cuales ha diseñado él mismo, y su esposa     Ann que es terapeuta, enseña cómo utilizar algunas estas drogas en el     contexto de la psicoterapia. Asimismo ambos exponen sus experiencias     personales con distintas drogas y refieren muchas anécdotas interesantes     relacionadas con el uso apropiado de las mismas (ver más al respecto     en Cartografía de la experiencia psicoactiva). 
                        
                            
                                
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                                     La primera sustancia       psicoactiva que ambos probaron, antes de conocerse, fue la mezcalina.       Alexander en forma pura y Ann contenida en botones de peyote. Por       caprichos de la sincronicidad, fue el mismo psicólogo, Sam Golding, quien       le facilitó a Alexander la mezcalina y a Ann los botones de peyote y       asistió a ambos en sus respectivos viajes varios años antes de que ellos       se conocieran. 
                                    En abril de 1960,       después de leer los trabajos del antropólogo Weston la Barre acerca del       culto del peyote en México, algunos artículos técnicos respecto a la       mezcalina y los libros de Huxley y Michaux, Alexander Shulguin tomó 400       miligramos de sulfato de mezcalina, mismos que según él, cambiarían el       curso de su vida. En las páginas de PIHKAL relata este       primer viaje: 
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                        [...] la esencia de la     experiencia fue esta: Vi un mundo que se presentaba a sí mismo en múltiples     disfraces. Estaba maravillado con el color que, para mí, no tenía     precedente, ya que nunca había estado particularmente interesado en el     mundo del color. El arco iris siempre me había proveído de todos los tonos     a los que podía responder. Aquí, de pronto, tuve cientos de matices de     color que eran nuevos para mí, y los cuales nunca, incluso hoy día, he     olvidado. 
                        Este mundo era     maravilloso también en su detalle. Podía ver las estructuras íntimas de una     abeja metiendo algo en un saco de su pata trasera para llevárselo a su     panal y estaba completamente en paz con la cercanía de la abeja a mi cara. 
                        El mundo era una     maravilla de penetraciones psicológicas interpretativas [...] Más que     cualquier otra cosa, el mundo me sorprendía en todo lo que veía, como si     fuese un niño [...] Como la piedra de toque que trae a la memoria la     presencia de un sueño, esta experiencia reafirmó un milagro de excitación     que había conocido en mi niñez pero que presurosamente olvidé. 
                        La más imponente     percepción de ese día fue que esta sorprendente remembranza hubiese sido traída     por una fracción de un gramo de un sólido blanco, y sin embargo, de ninguna     manera se podía argumentar que estos recuerdos hayan estado contenidos     dentro del sólido blanco. Todo lo que había recordado vino de las     profundidades de mi memoria y de mi psique. 
                        Entendí que nuestro     universo entero está contenido en la mente y en el espíritu. Podemos     escoger no tener acceso a ello, podemos incluso negar su existencia, pero     de hecho está adentro de nosotros, y hay químicos que pueden catalizar su     disponibilidad. 
                        Ahora es materia de     historia que decidí dedicar devotamente todas las energías y habilidades     que pudiera poseer para develar la naturaleza de esas herramientas de     auto-exposición. Se ha dicho que la sabiduría es la habilidad de entender a     otros; es el entendimiento de uno mismo lo que es la iluminación. 
                        Había encontrado mi     camino de aprendizaje. (23) 
                        Alexander Shulguin se     dedicó a partir de entonces a estudiar, sintetizar y probar principalmente     sustancias cuya estructura química es similar a la mezcalina y la     amfetamina, las llamadas feniletilaminas. El título de su primer libro PHIKAL,     es un acrónimo de Fentilaminas que He Conocido y Amado (Phenethylamines     I Have Known And Love) yTHIKAL de Triptaminas. 
                        Por su parte, Ann     Shulguin relata que cuando el psicólogo Sam Goldwing le preguntó qué droga     le gustaría probar como introducción al mundo de los psiquedélicos, también     a principios de la década de los sesenta, ella pensó: 
                        Ya que había leído el     bello recuento de Huxley acerca de su experimento con mezcalina, así como     la amarga historia de Andre Michaux, le dije a Sam que me parecía que el     cactus del peyote, ya que después de todo había sido usada durante siglos     por miles de personas, lo cual que era un antecedente bastante     impresionante, y realmente me encantaría probar. Añadí que no estaba segura     acerca de las diferencias entre la mezcalina contenida en el peyote y la     mezcalina sintetizada en el laboratorio, pero estaba lista para tomar     cualquiera que pudiera conseguir. (23) 
                        Sam consiguió 14 botones     de peyote, así es que Ann y él tomaron 7 botones cada uno, pulverizados y     mezclados con jugo de naranja. Su viaje inició cuando ella comenzó a ver un     halo de luz alrededor de los muebles de su habitación en California,     Estados Unidos. Luego ambos salieron a caminar hacia un parque, visitaron     un acuario, el planetario, un jardín japonés y por último un restaurante     italiano antes de regresar a casa de Ann. Este es un extracto de su largo y     detallado recuento que he traducido para compartirlo aquí porque me parece     fascinante: 
                        Tenía una certeza     absoluta de que lo que iba a ocurrir este día iba a cambiar mi vida de     forma que ni siquiera podía comenzar a imaginar. Y sabía que estaba lista.     [...] me miré en el espejo [...] Pensé para mí misma con la sensación de     haber tropezado con algo verdaderamente importante: este es un buen ser     humano; esta persona a la que estoy viendo es un tesoro. Todos sus fallos y     fracasos no le quitan su calidez y su habilidad de preocuparse y amar, allí     está. Vi los ojos reflejados a punto de llorar, y sentí un estallido de     admiración por tal simpatía hacia mí misma. [...] no estoy exactamente     acostumbrada a so. Supongo que la mayoría de las personas no lo están. 
                        [...] Estaba mirando alrededor mientras caminaba por la acera, los edificios,     los postes de luz; todo parecía emitir una luz sutil. Pasamos por un     pequeño jardín en el cual los pequeños arbustos parecían presentarse a sí     mismos, reclamando nuestra atención, nuestro reconocimiento. Les sonreí y     les dije Hola [...] unas cuadras después me di cuenta de que estaba     caminando con pasos largos fácil y rítmicamente, y de alguna manera     encajaba con todo alrededor de mí. Me estaba sintiendo completamente a     tono, y todo lo que veía [...] era música. Al ser quienes somos, al sentir     lo que sentimos, al movernos como nos movemos, todos estamos creando una     silenciosa música [...] 
                        Vi -con ojos de Van Gog-     energía moviéndose hacia arriba del tronco [de un roble] por cada rama,     estallando en pequeñas explosiones en forma de hojas; un árbol masivamente     quieto y aun así vivo, en movimiento continuo, urgente. Supe que lo que     estaba viendo era real; sólo había olvidado cómo verlo. [...] Levanté mi     mano derecha inmovilizada de asombro. Era mí querida, fuerte mano cuadrada     de pianista que estoy acostumbrada a ver, pero su superficie entera era una     masa de infinitos pequeños puntos en un movimiento increíblemente rápido.     Supe lo que estaba viendo [...] Todo es energía, energía que asume formas     de hierbas y conejos y cuerpos humanos y rocas, pero nos movemos en un     mundo que hemos aprendido a ver estable, quieto, sólido. Me pregunté ¿a qué     edad comenzamos a desenfocar este otro nivel de realidad? Debe ser muy     temprano. 
                        "¿Te importaría     compartir algunos pensamientos?" me di cuenta de que Sam estaba siendo     muy considerado, queriendo saber lo que estaba pasando, y aun así     determinado a no entrometerse más de lo necesario. Sentí una oleada de     calidez por este querido, obstinado, brillante rebelde, este hombre tan     extraño, que se había tomado tantas molestias para abrir estas puertas para     mí. Lo miré a los ojos y dije, "Gracias Sam. Muchas gracias por darme     este día." Él pestañeó, se frotó vigorosamente la nariz, murmurando     que el día todavía no se acababa; que aún faltaba mucho. 
                        [...] Una certeza se     esparció desde las plantas de mis pies, hacia mis piernas y el resto de mí,     que la Tierra en la que estaba caminando es en realidad un cuerpo, un     cuerpo vivo, que es una cosa sensitiva, con algún tipo de conciencia que     aún no podía comprender, y que verdaderamente era La Madre. [...] Surgió en     mí entonces la certeza de que toda la vida en este planeta está conectada     en algún nivel inconsciente; que cualquier cosa que sea sentida por cada     uno de nosotros, la experimenta, de alguna manera que no puedo definir,     todo lo demás que vive. 
                        [...] recordé algunas     frases que he leído en libros y artículos acerca de experiencias     psiquedélicas, frases como "Todo está bien tal como está", y     otras igualmente enfurecedoras, "Yo estoy bien, tú estás bien",     que siempre me habían sonado insoportablemente fatuas y     auto-satisfactorias. Frecuentemente pensaba enojada que los autores se     habían olvidado convenientemente de los bebés en los botes de basura de     Calcuta, la pena, el dolor, la soledad y el resto del planeta lleno de     miserias. [...] Ahora - ahora tenía que retirar todo aquello, todo ese     resentimiento, porque estaba comenzando a entender. [...] supe que todo en     el mundo estaba haciendo exactamente lo que se suponía que debía estar     haciendo; que el universo estaba en curso, y que había una Mente en algún     lugar que sabía todo lo que pasaba porque era todo lo que     estaba pasando, y que, ya sea que yo lo entendiera con mi intelecto o no,     todo estaba bien. Simplemente lo sabía y sabía que trataría de comprenderlo     más tarde, pero que ahora tenía que absorber la verdad acerca de eso... 
                        [...] Sabía que     podía entonarme con cualquiera que pudiera ver: todo lo que tenía que hacer     era alcanzar con mi mente a una persona en particular y abrirme por dentro,     para que lo que ellos eran y lo que ellos sentían pudiera alcanzarme. Solo     tenía que estar abierta, sin hacer ninguna evaluación o juicio, para     experimentar ansiedad, cansancio, impaciencia, o contento. 
                        Me examiné a mí misma y     sentí mi cuerpo tarareando de nuevo y supe que en medio de mi pecho había     un radiante centro de energía, y otro justo arriba de mi ombligo, y que     probablemente eran lo que los maestros espirituales de la India llamaban     chakras. No podía recordar cuantos se suponen que eran; cinco o siete, tal     vez. De cualquier manera ciertamente estaba consiente de dos de ellos.     [...] 
                        Mi espina dorsal entera     había sido activada; era un canal vivo de energía moviéndose entre la     corona de mi cabeza y la base de mi espina. La intensidad era casi     intolerable. Conforme continúe bajando por el lodoso camino, la carga de     energía en mi espalda pareció transformarse de alguna manera, y me di     cuenta de que estaba sintiendo algo por todo mi cuerpo que, si lo hubiese     experimentado en mis genitales, podría haber sido reconocible como un     orgasmo. No estaba confinado a los genitales para nada, pero ciertamente     era un orgasmo que subía y bajaba por la espina, lo sentía en el pecho y     estómago y piernas, en la cabeza, la garganta y vejiga. Estaba caminando     sola como una persona ordinaria, experimentando el orgasmo total sin tener     los ojos cerrados, sin ninguna pérdida de control o habilidad para pensar     [...] La energía orgásmica continuó fluyendo a través de mí, cuerpo y     mente. Noté que estaba en completo control de lo que decía, lo que hacía, y     no podía recordar ningún momento en mi vida en el que mi proceso de     pensamiento hubiera sido más agudo o más claro. Tenía absoluta confianza en     mi propio juicio. [...] 
                        El estado orgásmico     estaba desvaneciéndose dulce y gradualmente, hasta un nivel de energía con     menor presión y menor intensidad de la que había tenido antes. Existía y me     movía en un campo de luz, y había un flujo estable, como una nota musical     continua, por debajo, que sólo podía ser llamada éxtasis -una conexión con     aquel aspecto de la Gran Mente, el Gran Espíritu, que era amor y felicidad     y sonriente afirmación. [...] me senté en mi cama y lloré. Pensé en     todo aquello por lo que había pasado, todo el dolor y la penalidades, toda     la soledad y los sitios oscuros- todos ellos quedaban balanceados, pagados,     contestados por este solo, extraordinario, bendito día. 
                        Fui a mi librero,     encontré Las puertas de la     percepción de Huxley y, en el íntimo silencio de las primeras horas     de la mañana, lo releí y lloré de nuevo, enviando amor y gratitud al autor     por haber encontrado las palabras. Después apagué la lámpara y miré a     través de la oscuridad aquella bella, divertida, tremendamente amorosa     parte de Dios que era, le agradecí con todo mí ser, y me quedé dormida.     (23) 
                        
                            
                                
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                                     Ann Shulguin retomó       sus experimentaciones con psicoactivos varios años después y se convirtió       en una eficaz terapeuta con la ayuda de psicoactivos como MDMA, 2-CB y su querida       mezcalina, hasta que la prohibición y su necesidad de escribir acerca de       sus experiencias la obligaron a tomar un descanso (ver más al respecto       en Espiritualidad       y terapias).  
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                        Las expediciones de ecoturismo a la zona huichola o los "Peyote     tours" 
                        En la década de     1980-1990 se podía encontrar en revistas como Magical Blend     Magazine y Shaman's drum, anuncios de compañías de     "ecoturismo" que ofrecían visitas a los "lugares de     poder" huicholes y estudios de "avanzadas técnicas chamánicas de     curación" con chamanes huicholes. En el número de otoño de 1986 de la     revista Shaman's drum había tres anuncios de "peyote     tours", y también había una carta a los directores de la revista     escrita por la señora Valadez, artista y esposa de un huichol, quien se     quejaba de que los occidentales que participaban en estos viajes ponían en     peligro a los huicholes que los guiaban, ya que los soldados que patrullan     el desierto podían verlos en compañía de "americanos", y ellos no     saben nada acerca de las "búsquedas espirituales" y creen que los     extranjeros vienen aquí por "droga" y acusan a los huicholes de     vender drogas a los "jipis gringos", poniendo en peligro la     subsistencia de sus rituales y tradiciones en el desierto. (17) 
                        Preocupado por estas     cuestiones, pero también por el peligro de extinción del peyote cuyo     crecimiento es tan lento, Jonathan Ott expone en su Pharmacoteon: 
                        
                            
                                
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                                     Debido a que el péyotl tiene       un rango tan restringido, y el cactus requiere más de una década para       madurar, el abastecimiento es naturalmente limitado. Debido al CITES       [Convenio del registro internacional de especies en peligro de extinción]       es ilegal traficar con cualquier especie de cactus silvestre, aunque la       venta de material cultivado está permitida. [...] Sugiero que la       "Native American Peyote Church" y la "Peyote Way Church of       God" establezcan jardines de Trichocereus peruvianus en       los Estados Unidos, como medio de asegurar un abastecimiento renovable,       seguro y continuo de cactus sacramental para sus ritos, y quitar así la       presión de la extinción de los remanentes silvestres del cactus peyótl en       Texas. Tal vez los chamanes sudamericanos del San Pedro pudieran ser       invitados a asistir en una integración sintética de las mitologías del       San Pedro y el péyotl.(17) 
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                        Las peregrinaciones de los     "seudojipis de Coyoacán" a la zona de Real de Catorce 
                        En la ciudad de San Luis     habitan varios etnólogos y antropólogos dedicados al estudio de los coras y     los huicholes que están bastante preocupados por la supervivencia de sus costumbres.     Entre ellos, el antropólogo Joaquín Muñoz a quien entrevisté en 1997 en la     Ciudad de San Luis Potosí, México. Él cree que los principales depredadores     del peyote que crece en la Sierra Potosina no son los huicholes y mucho     menos los venados, sino "los seudojipis de Coyoacán"; esto es     para él: jóvenes habitante de la zona metropolitana de la Ciudad de México     "que sin ningún respeto o conocimiento sobre las tradiciones de los     huicholes, vienen a meterse peyote sólo para ver qué se siente". 
                        A pesar de ello admite     que el cacto aún no está en peligro de extinción porque "el peyote     sabe cómo protegerse a sí mismo: crece en manchas [o sea en grandes     conjuntos] y se esconde al abrigo de plantas espinosas que lo protegen de     las miradas de todos sus depredadores." Muñoz reconoce además que si     bien es cierto que en la zona cercana a Wirikuta ya no hay peyote que     depredar, debido al "fenómeno del seudojipi coyoacanense que organiza     peregrinaciones a Real de Catorce", las manchas han ido emigrando     hacia lugares menos accesibles cuya ubicación exacta no quiso proporcionar     para evitar la proliferación del mencionado fenómeno. 
                        Los jóvenes capitalinos     que con o sin conocimiento respecto a las tradiciones indígenas se atreven     a traspasar la Huasteca Potosina en pos de una experiencia psicoactiva,     sufren -además del menosprecio de los antropólogos- la intimidación y la     extorsión del personal judicial parapetado en los múltiples retenes que hay     en el corredor San Luis-Real de Catorce. 
                        Aventuras de un amigo en el     desierto mexicano 
                        En 1999, entrevisté a     tres amigos, Isabel (de Puerto Rico), Miguel (español) y X (mexicano)     acerca de sus experiencias con plantas psicoactivas en México. X era el     único de los tres que había probado el peyote y le hice algunas preguntas     al respecto. Lo que sigue es parte de esa entrevista: 
                        Karina:  Cuando     fui a hacer una investigación a San Luis, estuve platicando con unos     antropólogos, y uno de ellos, [...] me dio todo un perfil del neo Yupi de     Coyoacán y para él era un chavo que tenía entre diecisiete y veintisiete o     treinta años, que vivía en la zona urbana del Distrito Federal, que no     tenía cultura alguna, ni respeto por las tradiciones del México antiguo, y     que estaba buscando ávidamente experiencias nuevas sin ningún tipo de     conciencia, incluso ni siquiera ecológica ¿no? Digamos, tú que estás en el     parámetro de edad correspondiente a ese fenómeno, ¿hay algo que te libre de     caer en esa categoría de neo-jipi de Coyoacán? 
                        X: Bueno, no lo había visto desde ese punto     de vista, vaya, pero algo que me libra de eso es que nunca he vivido en el     Distrito Federal. He vivido en Tijuana y en otras grandes ciudades con otro     tipo de ambientes. Y no, no me considero así. No me siento parte de esa     categoría porque me aíslo de involucrarme en cosa tóxicas, tú sabes que soy     un poco ecologista… No, no entro en comparativa. Con lo que tú me conoces,     tú puedes deducir por qué no entro en ese medio. 
                        Karina: Bueno,     yo te conozco, pero la gente que lea esto seguramente no, entonces,     ampliando la pregunta, ¿tú cómo vez que haya este tipo de gente haciendo     este tipo de cosas? ¿Crees que es una exploración válida o no? 
                        X: Totalmente no. Estoy en desacuerdo. Yo     mismo he sido de las personas que les molesta ver esa situación e incluso     he entrado en participación por evitarlo cuando he estado allá. También     cuando estuve en Chiapas, por Palenque, también hay grupitos así que hacen     su camping, van así como totalmente a ver qué onda con los viajes de hongos porque los que pasan les informan y van a     buscar ese tipo de aventura, pero muy inconscientemente, son patanes,     totalmente, también fuera del DF van a hacer lo mismo que hacen siempre. 
                        Miguel: A mí se me ocurre     pensar que cuando hablamos de estas plantas enteogénicas, hay que ir con     respeto porque esa es la función que tienen. Lo contrario al respeto sería     la invalidación. Yo creo que esa es una actitud de reacción interna de     rebeldía. Estás reaccionando más que actuando y yo creo que el perfil de la     gente que tú nos describes, pues está en un proceso de invalidar a otros,     en este caso pues a las plantas, al contexto en que están, etc. [...] 
                        X: [...] La forma como yo lo he tomado al     principio fue con guía, chamán también y fue algo así de no saber qué va     pasar y un poco de temor y algunas cosas así muy extrañas… Fue en Real de     Catorce por supuesto, en Watley. Y pues realmente no estaba muy decidido de     si tomarlo o no tomarlo, pero después ya platicando y abriéndome un poco     más con la gente que estaba en el grupo, me empezaron a decir,     particularmente uno en especial, me empezó a decir que si yo había llegado     hasta el desierto en esos momentos, ya estaba listo para recibirlo de     alguna manera y que me pusiera a hacer un recuento de mi persona en los     últimos días y ya solito iba a empezar a ingerirlo y efectivamente así fue.     Solito empecé a caminar y a buscar mis familias… Entras en un trance     totalmente alucinógeno. En sensaciones en parte físicas y en parte     espirituales. Puedes llegar a hablar con cosas que coherentemente dice uno     eso es ilógico pero ya en el viaje con peyote con el efecto de la mezcalina     es totalmente lógico entrar en ese tipo de parámetros, ¿no? Entras en     conversaciones que más que nada vienen a ser contigo, pero manifestadas en     algo, en un cactáceo, en algún grano de tierra, cualquier cosa que se te     presenta, incluso hasta en tu sombra. También depende de cómo traigas tú el     ciclo de cómo procesar tu espiritualidad en torno al cactáceo, ¿no? 
                        Karina: Y     bueno, por la diferencia de edad, podríamos deducir que también hay una     diferencia en tus compañeros de viaje ¿o no? 
                        X: Prácticamente es muy alternativo mi     medio. Como no es buscado ni es programado, es muy alternativo. Conmigo ha     habido gente de sesenta, ochenta años, compañeras de cuarenta, amigos de     veintitrés, pero particularmente más de los veinte años, ¿no? Y más que     nada no busco a mis amigos, sino que los encuentro. En la cabaña que me     llegué a alojar había unos argentinos, había gente de Sudamérica, gente de     Europa. También varían las edades pero podría decir que van en caravanas de     backs/back-pack y algunos también son científicos… hay de todo ¿no? Por ser     alternativo mi medio, también tengo la oportunidad de ver las reacciones de     gente que tiene muy baja su autoestima ¿no? En este caso la gente que va en     grupos del Distrito Federal -esto fue por el 94, cuando fui al Quemado-     había un grupo de chavos entre los veinte y los diecisiete consumiendo     peyote pero con otras intenciones, en plan más por morbo, por adicción, no     sé, por ponerse locos… Sin información. 
                        Bueno, yo tampoco busqué     información y no sé si fue un error o no, pero al llegar allá todo se me     presentó relativamente muy tranquilo y sí llegué a retomar que entré con un     guía espiritual, más que nada. Después ya tienes un tipo como de     desprendimiento. Cuando tú ya estás en el viaje y llegas a comprender     partes de ti, te desprendes de lo que es un guía. Incluso me llegué a     adentrar tres horas más hacia adentro acampando tres días más y estando     totalmente solo ya en un viaje solitario. Eso es ya como un     desprendimiento. Pero no estás solo, siempre hay un contacto muy directo     con lo que es la espiritualidad, con Dios… no sé, yo también me viajé mucho     en eso. Sentí su manifestación a mí alrededor al grado de que no te da     cabida a pensar en otro núcleo humano o natural como algo separado, sino     que todo se te hace igual. Entras en una latitud en la que, como te     comenté, incluso llegué a transformarme yo mismo en un tipo de cactus,     sentir cómo los poros de mi piel se abrían y todas esas sensaciones mezcladas     en lo físico y psíquico son totalmente fuera de serie. Algunas no te las     podría describir porque también son como flashes muy repentinos. Hay     también partes oscuras de ti en las que hasta ópticamente pierdes todo el     sentido. 
                        Las experiencias de un miembro     del Foro de Chamanismo Esencial 
                        Cuando fui moderadora     del Foro de Chamanismo Esencial de la Red Latinoamericana de Luz tuve la enorme     fortuna de recibir diversos relatos personales de los miembros de nuestra     lista de correos procedentes de Estados Unidos, España y Latinoamérica. 
                        Entre ellos me llamó     mucho la atención el relato de mi paisano Mario Cervantes, donde daba     cuenta de sus experiencias con el peyote y advertía acerca de los riegos     que encontró al aventurarse solo en el desierto mexicano por primera vez.     Así es que le pedí permiso para incluir aquí su relato. Afortunadamente él     aceptó y lo complementó con más datos de interés general y ahora podemos     compartirlo en este espacio. 
                        Mi experiencia. 
                        Gracias a los libros de Castañeda     tuve contacto con un aspecto de la cultura y saber indígena que había sido     ajeno a mí hace años, a pesar de vivir en un país en donde se hablan     decenas de dialectos autóctonos. 
                        Efectivamente los dos     primeros libros, Las enseñanzas de Don Juan y Una  realidad     aparte, despertaron mi interés en las plantas alucinógenas y curiosidad     en probarlas, pero a partir del tercer libro de nombre Viaje a     Ixtlán, Carlos menciona que en su  aprendizaje las plantas     fueron adecuadas en él específicamente por ser "lento" usando el     lenguaje de Don Juan y que éste no recomienda su uso. En los libros     posteriores Carlos ya no menciona el uso de plantas alucinógenas, y en los     libros de los otros miembros condiscípulos de Carlos, su entrenamiento no     incluye (al menos no lo exteriorizan) el uso de estas plantas.   
                        Años después leí el     libro Toltecas del Nuevo     Milenio, en donde Víctor Sánchez describe el modo de vida, los     peregrinajes y las ceremonias de los  Huicholes o Wirráricas, que     son un grupo étnico casi sin influencia de la  cultura     occidental, a diferencia de la mayoría de las etnias en México. Ellos     consumen cantidades enormes del peyote, ancianos, mujeres, hombres. No     hablan de Cristo, pero sí hablan del Padre Sol, la Madre Tierra, etc.  
                        Víctor describe a los     Huicholes como un pueblo en donde la magia se vive de manera cotidiana y     natural. Sin embargo, según el relato Víctor y su grupo no consumen peyote     al acompañar a los Huicholes en la peregrinación pero sí logran tener     visiones y entrar a  la "segunda atención", bastando     una actitud especial y aprovechando la influencia de los     "poderíos" (el poder del desierto, del fuego, etc.). 
                        Víctor en particular no     recomienda el consumo del peyote, ni su visita a los lugares sagrados de     los Huicholes. Él toma, en su contacto con diversos grupos indígenas,     procedimientos, acciones, actitudes, que llevan por su propia fuerza y con     ayuda de la naturaleza, a contactar el lado izquierdo, la segunda atención     y descubrir el potencial de otro yo que hay en cada uno.   
                        Paradójicamente a su     recomendación, este libro fue "la inspiración"  a un     viaje solo, al lugar sagrado de los Wirráricas, con la intención de subir     la Montaña Sagrada, sin visitar el desierto (que está en las faldas de     la montaña y donde se encuentra el peyote o Híkuri). 
                        Por aras del destino     llegué el desierto y no a la montaña. Y un lugareño  me mostró el     peyote y recomendaciones de cómo usarlo. Aunque se corta, se hace de manera     especial para que no muera y puede regenerarse. Lo usé al atardecer. Debido     a la lectura de algunos libros y alguna práctica en algunos tipos de     meditación, medité un buen rato, para acercarme al silencio y a estar en     paz para recibir lo mejor posible aquello que fuera a venir. Además,     sabiendo las plantas seres conscientes, y más el híkuri (peyote), pedí     perdón al cortarlo y explicarle  mi intención de crecimiento     personal y pidiendo su ayuda. Sentí que aceptó. 
                        Entrada la noche y     después de la meditación, sin fuego (el Abuelo Fuego es Sagrado para los     Wirráricas, pero para entonces no sabía usarlo), consumí el peyote. El     efecto comenzó muy lentamente. Su sabor no me gustó y me ayudé con agua     para ingerirlo. Vomité un rato después, creyendo que por vomitar el peyote     nada pasaría finalmente. 
                        El efecto principal fue     el acrecentamiento de la conciencia de mi vida, tuve una claridad tremenda     de darme cuenta de cómo el miedo había afectado todo el transcurso de mi     vida, de cómo detrás de mis supuestas decisiones se hallaba el miedo. No     fue una conciencia racional, fue conciencia a nivel de un gran     entendimiento, al mismo tiempo que vivía el terror corporalmente de manera     concentrada que tenía en el cuerpo y particularmente en     los  riñones, literalmente sentía ataques de miedo en los     riñones. De alguna manera mi conciencia se dividió en dos: una sentía     el gozo de tener  claridad y entendimiento profundos y otra     sentía el terror en el cuerpo. (En este momento que lo escribo mis riñones     se están "moviendo", están "recordando").  
                        Quise "ver"     utilizando algunas técnicas de clarividencia que había aprendido, pero fui     completamente incapaz de usarlas con éxito. En ese momento me di cuenta     que, para algunas experiencias no tenía capacidad volitiva para decidir     tenerlas y en otros sí tenía esa capacidad volitiva. Podía pensar, pero no     podía imaginar. Me cansé después de unas dos horas, pues tanta intensidad     continua me desgastó. Quería descansar y salir del estado de conciencia, pero     el efecto siguió fuerte unas tres horas más. Salía de la tienda de campaña     y entraba. Al cerrar los ojos no podía conciliar el sueño, más bien veía     figuras que aparecían, que me atemorizaban, serpientes que iban hacia mí,     de tal manera que no podía cerrar los ojos por mucho tiempo ni descansar en     esos momentos. Cuando estaba recostado del lado izquierdo, sin querer     deslicé mi atención a los latidos de mi corazón, y en ese instante el ruido     del latido aumentó tanto que me asusté y me levanté. Sentí cómo podía     concentrar mi atención en lugares determinados de mi cuerpo, cómo si     deslizara mi atención de un punto a otro. 
                        Finalmente regresé a la     Cuidad de México y durante unos dos días desperté con sobresaltos fuertes,     estaba seguro que había algo ahí afuera, me daba miedo y me sentía     paranoico. Me di un chequeo energético, y me di cuenta que tenía rasgaduras     en el aura que me estaban haciendo susceptible a     energías  externas no necesariamente malas, pero sí inadecuadas     para mí. Armonicé mi aura, y se fueron los sobresaltos. ¿Qué habría pasado     si no hubiera aprendido previamente esas técnicas? No sé. 
                        Esa fue en grandes     rasgos mi primera experiencia. Me di cuenta de que debíamos ser     extremadamente cuidadosos con esta planta, así como la necesidad de contar     con recursos de asistencia para cuidado de uno mismo. Es mejor estar     acompañado con gente de confianza, sobre todo en las primeras     experiencias.     
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                        Prometí al desierto     regresar, y cuatro años después fui con un amigo, Paco. Para aquel entonces     ya había conocido personalmente a Manolo Cetina y Víctor Sánchez de AVP* y     había participado en algunas actividades con ellos, sobre todo con Manolo,     de manera que conocía indirectamente un poco más de los Wirráricas. 
                        La segunda vez fue igual     de intensa pero radicalmente diferente. Estuvimos  acompañados     del abuelo fuego todo el tiempo durante la experiencia, y bajo su guía     entré en un  estado de conciencia interna de manera que     experimenté algo que, según las descripciones de algunas personas que lo     han experimentado, era El Ser. Al abrir los ojos tenía una realidad, al     cerrarlos tenía otra. La capacidad de enfoque era  más     controlada, la experiencia fue luminosa, luminosa en conciencia.     No  sólo fue un estallido de conciencia y de entendimiento, sino     fue un estallido de amor y paz. Mis riñones y mi cuerpo sentían el calor     cuando se lo pedía al Abuelo Fuego. ¡Qué increíble sensación de sentirse     despierto! Me sorprendía de cómo habíamos perdido la conexión profunda con     nuestra existencia misma y con nuestro alrededor. ¡Cómo podíamos como     humanos renunciar al derecho de sentir la conciencia de la vida! ¡Qué     ironía sentía al saber que al retomar mi vida cotidiana, la cotidianeidad     misma me intentaría absorber, y cuán probable era que yo sucumbiera, que     olvidara una vez más! 
                        Al día siguiente hicimos     una vez más una casa al abuelo fuego, y estuvimos con él una buena parte de     la noche. Sólo ingerimos una tercera parte de la cantidad del día anterior.     No hubo estallido de conciencia. Pero no fue problema, pues estaba tan     satisfecho de la experiencia del día anterior, que me sentía en paz, sin la     necesidad de tener una superexperiencia, sentía que varias cosas en mí se     habían acomodado. Disfruté de las estrellas, de la compañía de Paco, de las     sombras del desierto y de las siluetas de cactus el en horizonte. Algún     aullido a lo lejos acompañó la velada. Fuimos a dormir. Noches frías que     sin bolsa de dormir pueden ser incómodas, créanmelo. 
                        Hicimos el intento     durante todo el día siguiente de llegar a la montaña     sagrada,  pero sucedieron  "cosas" que     finalmente nos impidieron llegar, como tomar un camino equivocado, de     comenzar a sentir calambres, molestias entre compañeros que no habían     aparecido en todo el trayecto, etc... Acampamos al final del día en la     parte alta de una montaña vecina, y la montaña sagrada, Launarre, aparecía     al frente y tan cerca de nosotros con el ririki tan claro en la punta, que     pensamos que al día siguiente por la mañana alcanzaríamos la cumbre. Vi un     águila que pasó arriba de nosotros y que descendía a una velocidad     impresionante. No sé si me impresionó la velocidad en sí  de su     vuelo o ver que en unos segundos recorría montes que habíamos recorrido en     horas. Al amanecer continuamos... y no llegamos: después de estar casi en     la cima de una montaña vecina y tener la montaña Sagrada frente a nosotros,     descubrimos, al acercarnos a esta, que entre ambas montañas había una     cañada profunda que nos obligaría a descender lo ya ascendido y comenzar el     ascenso de nuevo. Sólo pudimos tocar las  faldas de Launarre y     ver el ririki en la punta que se alejaba conforme descendíamos. ¡Launarre     se alejaba por segunda vez! Dejamos unas pequeñas ofrendas en las faldas de     Launarre al descender. Decidimos regresar a la capital porque el tiempo de     viaje había terminado. Sentí que nos había faltado impecabilidad para     llegar, y que los desatinos habían sido una fuerte lección. Estaba tan     seguro de que esos sucesos tan comunes aparentemente se habían conjugado     para darme al menos a mí una gran lección. Una lección sobre la importancia     personal y la impecabilidad. 
                        No sé si iré de nuevo     algún día. No sería un viaje meramente personal. Tendría que aparecer un     propósito dictado por el poder mismo, más que por mi razón. Regresábamos a     nuestro campo de batalla, la Cuidad de México. 
                        ....... 
                        El peyote está ahí, pero     también está el desierto, está el fuego, está la montaña, estamos los     humanos. 
                        Estamos tratando con     conciencia de diferentes tipos, pero con conciencia  al fin y al     cabo. Y como tal debemos tratar con ella, con ayuda de quienes saben tratar     con ésta, al menos en un principio. Sólo nos podemos acercar a esta con     humildad y respeto. Ellos nos ayudan a ver “aquello” que ya está allí,     “aquello” es lo realmente importante. 
                        La experiencia con     alucinógenos puede ser un tesoro si se hace como se debe, pero de lo     contrario creo que agrede a la naturaleza y     también a  nuestra integridad.  
                        .............  
                        Gracias al desierto, al     peyote, a los wirráricas (que en persona conozco sólo a uno), a Paco, a     Launarre, a Manolo Cetina, a Víctor Sánchez y por supuesto a Carlos Castañeda,     que compartieron  y comparten su magia en mi camino con     corazón.  
                        Mario Cervantes 
                              
                         
                        * Arte de Vivir a     Propósito (hoja en www.toltecas.com).  
                        Manolo Cetina posteriormente sale de AVP y crea Conexión Natura (su hoja     en www.naturaconnection.com), es fundador de una     asociación de apoyo a los Wirrarica (ver hoja en www.nierika.org).  
                        Algunas     recomendaciones para el consumo no ritual del peyote en el desierto 
                        
                            
                                
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                                     Para evitar percances       "en mentalidades sanas y decididas a emprender la excursión psíquica       con el peyote", Antonio Escohotado (6) recomienda : 
                                    - escoger       cuidadosamente la hora (al final de la tarde o entrada la noche) y el       entorno (preferiblemente en contacto con la naturaleza) 
                                    - contar con la       supervisión de guías, buenas compañías, o sencillamente amigos adecuados 
                                    - ingerirlo en ayunas       paras potenciar los efectos visionarios y reducir eventuales náuseas y 
                                    - terminar el viaje       con una comida abundante. 
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                        El antropólogo Joaquín     Muños desaconseja el uso del peyote entre los "seudojipis de     Coyoacán", pero pide que por lo menos: 
                        - se corten con un     cuchillo al ras del suelo, dejando la raíz intacta para no liquidar a la     planta y 
                        - nunca se coman en un     contexto urbano para evitar cuadros de psicosis. 
                        Por último, el     farmacólogo Jonathan Ott propone: "Personalmente pienso que los     extranjeros deben permanecer en sus casas y tomar LSD o cultivar sus propios San Pedro (Trichocereus     pachanoi)" (17).  
                        Esencias Chamánicas de México:     Peyote 
                        
                            
                                
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                                     Utilizando las       frecuencias vibratorias de diversas plantas ancestrales de poder que       emplean en sus prácticas los chamanes mexicanos, el Dr. Luis Solana y       Sentíes desarrolló algo que podría describirse como una combinación entre       los remedios homeopáticos y los elíxires florales (de Bach). Los       llamó Esencias       Chamánicas de México. 
                                    Se trata de un set de       21 frasquitos con goteros que contienen agua a la cual se le han       trasladado las frecuencias vibratorias de diversas plantas de poder. Cada       molécula de agua, posee un polo positivo y un polo negativo, por lo cual       actúa como un pequeño imán, adhiriéndose a sus moléculas vecinas para       formar clusters, o sea, grupos de varios cientos de moléculas. Estos       clusters son estructuras muy delicadas y sensibles a las influencias       vibratorias, por lo cual pueden memorizar cierta información, según       algunos científicos vanguardistas. 
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                        El ser humano está     constituido casi por un 80% de agua y se supone que esta agua contiene     información de sucesos que nos han ocurrido desde el momento de nuestra     concepción hasta el tiempo presente, además de información de sucesos     acaecidos a cualquiera de nuestros ancestros y que se han venido     transmitiendo en nuestro linaje genético. 
                        La capacidad del agua de     ser afectada por las vibraciones está estrechamente relacionada con la     actividad terapéutica de los remedios homeopáticos, de las esencias o     elixires florales y con varias otras terapias alternativas. Se supone que     la homeopatía y los remedios florales actúan debido a dicha capacidad del     agua de guardar en su memoria, frecuencias vibratorias que al encontrar un     nuevo hidroambiente comparten con éste su información. La hipótesis es que     esta información resuena vibracionalmente con la información pre-contenida     por el líquido corporal de destino y por lo tanto se reproduce un fenómeno     dependiente de la ley física que establece que “si dos fuerzas energéticas     de igual frecuencia y potencial se anteponen una a la otra, el resultado es     la anulación de ambas”, así si oponemos un haz de luz a otro idéntico, el     resultado será la oscuridad o bien, si se tratara de ondas de sonido, el     resultado sería el silencio. 
                        En el caso de las Esencias Chamánicas de México la información que     contienen ayuda a anular memorias inconscientes de traumas personales o transpersonales     (o sea pertenecientes a nuestros ancestros o a nosotros mismos pero antes     de nacer). Varios terapeutas que han trabajado con ellos, como el Dr.     Eduardo Grecco, afirman: 
                        Los remedios Chamánicos     que nos aporta el doctor Solana han demostrado en el trabajo clínico una     eficacia significativa para alcanzar niveles muy arcaicos de los patrones     ancestrales que nos atan al pasado y nos condenan a quedar prisioneros de     circuitos de repetición de conductas. De esta manera he podido comprobar en     mi práctica terapéutica personal, y en la de muchos de mis alumnos     supervisados, que estos remedios ayudan significativamente, no sólo al     alivio del dolor, sino a la transformación que nos ponen en el camino de la     curación. (31) 
                        En el caso concreto de     la esencia del peyote, el Dr. Solana ha observado que sirve para lo     siguiente: 
                        
                            
                                
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                                     PS3. Hikuri-Peyotl: 
                                    En lo Transfamiliar:       Lo relativo a familias ambiciosas y controladoras. 
                                    En lo Kármico: Experiencias de mucha agresión o mucho poder. 
                                    En lo Transpersonal: Trabaja sobre los aspectos masculinos de la       personalidad (Animus).  
                                    En lo Pre-personal: Desnutrición uterina o síndrome de Dawn.  
                                    A nivel Personal resulta ideal en pacientes rígidos, planificadores,       dogmáticos, irritables, crueles, racionales e intolerantes, que no saben       admitir las diferencias. (De ahí su accionar antialérgico).  
                                    Es la esencia del conocimiento, conecta con el anciano que habita en cada       uno de nosotros y abre nuestra conciencia mejor que ninguna otra esencia,       despierta capacidades conocidas como paranormales, tales como       adivinación, telepatía, sanación, precognición, etc. (31) 
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                        UNA EXPERIENCIA PERSONAL 
                        El lunes 27 de     noviembre escribí lo siguiente en mi Diario: 
                        Hace unos días tuve mi     primer encuentro con el peyote. Conseguirlo y buscar un lugar propicio para     la experimentación me mostró hasta qué grado la prohibición internacional     ha afectado nuestras raíces y envuelve de criminalidad actos antiguamente     sagrados. Sin embargo, valió la pena, pues finalmente he descubierto mi     verdadera vocación y he tenido una experiencia inolvidable. 
                        Llegada a San Luis 
                        Mi mamá y mis hermanos     Daniel y Alejandra me fueron a llevar a la estación de autobuses, donde mi     amigo Óscar ya esperaba impaciente. Compramos los boletos, nos despedimos     de mi familia y abordamos el autobús. 
                        Llegamos a San Luis como     a las cuatro y media de la mañana y tomamos un taxi que nos llevó a la casa     de Anoushka, la novia de Óscar. Dejamos las cosas allí y nos fuimos a     caminar por el centro. Óscar es un excelente guía de turistas y San Luis     Potosí de madrugada es una ciudad fantástica. Regresamos al amanecer y nos     dormimos otro rato. 
                        Anoushka me cae súper     bien. Tiene 27 años, habla casi perfecto el español, da clases de     antropología en una fundación de San Luis, adora a Óscar, le encanta darle     celos, se desespera por la incapacidad de sus alumnos mexicanos para captar     la esencia de lo que quiere que aprendan, no le gusta que la vean como     extranjera, no le gustan los rodeos de los mexicanos que ella considera     falta de franqueza, a pesar de ser holandesa le dan miedo las drogas, es     austera en lo material y posesiva en lo sentimental. 
                        La visión de los antropólogos 
                        El sábado por la mañana     nos fuimos con ella a la fundación. Ya había hecho arreglos     para que ese día su jefe platicara conmigo sobre los huicholes y     el peyote y para que un amigo suyo nos llevara el domingo a conocer Real de     Catorce. Su jefe también es antropólogo, se llama Joaquín Muñoz, siente una     gran reverencia por los pueblos indígenas y una gran aversión por los que     no estudian su cultura y su idioma y sólo se interesan en sus ritos     peyoteros. Esto no lo supe hasta después, así es que llegué, le platiqué     algo de la tesis que pretendo hacer sobre las causas políticas detrás de la     prohibición de ciertas drogas y la venta libre de otras, le mencioné mi libro     [que se convirtió en esta web] y le enseñé la escasa información que llevo     capturada sobre el peyote para que la complementara. 
                        Nos dio muchos datos     interesantes y otros exasperantes. Nos habló de Antonio Escohotado, a quien     conoció en el 92 en un seminario que organizaron en San Luis en torno a las     plantas alucinógenas y su uso ritual. Dice que Escohotado es "un     flaquito mercenario que no da paso sin huarache", que cobra todas sus     conferencias, que tiene una legión de chavas admiradoras, que le tiene miedo     a su esposa y que en aquel entonces ¡la engañaba con la cantante Alaska!     También habló pestes de Octavio Paz y todos los intelectuales y los     "neojipis de Coyoacán que vienen a probar el peyote sin saber un     pepino sobre los huicholes"... 
                        Dicho lo anterior no nos     quedaron ganas de pedirle que nos diera algunas orientaciones para     encontrar peyote. De cualquier forma, durante la conversación, ya nos había     asegurado que el peyote no está en peligro de extinción, que hay que     buscarlo en otras zonas porque ha huido de los puntos tradicionales, que le     gusta crecer en comunidades que se extienden formando manchas a la sombra     de otras plantas para protegerse de las heladas, que es absurdo que un     heredero de la cultura occidental le pida permiso a la planta antes de cortarla     porque sólo es una planta y la cultura debe marcar tanto el ritual como las     visiones del viaje. 
                        También nos comentó que     hace poco había encontrado grandes manchas entre la ciudad de San Luis y el     famoso pueblo minero abandonado Real de Catorce, a pocos metros de un     retén, casi a la orilla de la carretera. 
                        Aunque obviamente no     concuerdo con la mayoría de sus puntos de vista, Joaquín Muñoz me cayó     bastante bien por sincero y pendenciero, así es que terminé invitándolo a     venir a la Ciudad de México al foro que planeamos hacer en la UNAM el año     próximo. Aceptó y prometió enviarnos con Anoushka unas fotografías de una     figura prehispánica con forma de peyote que su equipo encontró en     Tamaulipas para que las reproduzca en mi libro [que con el tiempo se convirtió     en esta web]. 
                        El resto de la mañana,     mientras Anoushka daba sus clases, Óscar y yo nos fuimos a pasear de nuevo     por el imponente centro histórico de San Luis. 
                        Esa noche Anoushka y yo     estuvimos hablando acerca de sus temores de estacionarse en la carretera     y bajar a buscar peyote porque en su condición de extranjera, y holandesa     para acabarla de amoral, es muy fácil que la deporten. Comprendí que no era     justo para ella que nos acompañara y quedamos en que el lunes nos     presentaría con Ismael, uno de sus alumnos para que él nos llevara a buscar     peyote a Óscar y a mí. Óscar no se enteró del asunto porque -en uno de     sus desplantes wannabeats- se salió a caminar y volvió hasta la madrugada.     Supuse que cuando regresara de su caminata nocturna Anoushka se lo diría,     pero creo que no fue así y en parte por eso se súper enojo cuando al día     siguiente pasó por nosotros Javier, un amigo-admirador de su novia y nos     llevó en su camioneta hasta Real de Catorce sin detenerse cerca del retén. 
                        Visita a Real de Catorce 
                        Óscar y yo íbamos atrás     de la pick-up aguzando la vista para tomar nota del lugar por si veíamos     alguna mancha. Creímos ver algunas pero no estábamos seguros porque hay     bastantes cactáceas parecidas y nunca habíamos visto un peyote "en     vivo". Ya en el viejo pueblo minero -convertido en atracción turística     y hábitat de algunos jipis- después de haber cruzado un extraño túnel de     más de 2 km, Óscar me confesó a qué se debía la otra parte de su     encabronamiento: los celos. 
                        Mientras Javier y yo     platicábamos con un viejo minero que vendía cuarzos en bruto y rocas     iridiscentes maravillosas, Óscar y Anoushka se reconciliaron. A partir de     entonces todos disfrutamos nuestro recorrido por el extraño lugar. Entramos     a una iglesia chistosísima de "colores peyotescos" según Óscar;     visitamos el toreo y el palenque acústico; vimos una lagartija de colores     iridiscentes como las rocas; entramos a una mina clausurada, recogimos     rocas de cuarzo en el descenso y nos fuimos a comer. Yo estaba extasiada     capturando imágenes visuales porque se me olvidó la cámara, Anoushka se     sintió felizmente celada y Óscar hasta se puso a platicar con Javier. 
                        Regresamos por la noche.     Esta vez me fui adelante con Javier. Durante la mitad del camino escuché     sus tácticas para criar caballos de carreras y gallos de pelea así como los     detalles de su causal de divorcio. Durante la segunda mitad me tocó     responder todas sus preguntas sobre drogas "porque no todos los días     se conoce a una experta y siempre es bueno saber de todo un poco,     ¿no?" 
                        El peyote viene a nosotros 
                        El lunes por la mañana     Anoushka se fue a trabajar. Cuando regresó comimos juntos y luego Óscar se     fue en bici al parque Tangamanga y nosotras regresamos a la fundación. Allá     encontramos a Ismael, uno de sus alumnos. Me presenté con él, le tiré el chorro     de la tesis y el libro y le dije sin rodeos que quería probar el peyote y     que Anoushka me había dicho que quizá él pudiera guiarnos a Óscar y a mí     para encontrar algunos ya que conocía muy bien la zona. A Ismael le agradó     mi trabajo y me dijo, también con toda franqueza, que de hecho él había     recolectado varios peyotes en su última visita al desierto y tenía algunos     en su casa, que si queríamos, al día siguiente nos daría dos ejemplares     para cada uno. ¡Así de fácil! 
                        Yo estaba anonadada,     desconcertada y feliz de que el peyote fuera a nuestro encuentro sin que     nosotros tuviéramos que entrar al desierto por él. 
                        Óscar llegó en esos     momentos, le agradecimos mucho a Ismael su valioso ofrecimiento, platicamos     con él un rato más y quedamos de vernos a las ocho de la noche del día     siguiente para irnos juntos a una presa muy bella a comer el peyote. Nos     aconsejó hacer un ayuno a partir de ese momento y a mí en especial me dijo     que dejara de fumar. Saliendo de allí nos fuimos a un bar a buscar a     Dominique, un antropólogo francés que según Anoushka podía platicarme más     sobre los huicholes y sus ritos. 
                        Resulta que cuando     llegamos al bar, el tal Dominique estaba totalmente ebrio, no quiso     platicarnos nada y se dedicó a tirarle la onda a Anoushka. Yo de plano me     salí porque tenía unas ganas locas de fumarme por lo menos un tabaco. Para compensar mi ansiedad compré un libro     sobre radiónica y me puse a platicar con los "neojipis" de la     plaza de Aranzazú. Allá me alcanzó Anoushka feliz de haberle dado celos a     Óscar nuevamente. Observamos toda la mercancía y compramos un cuarzo para     Frida y una pipa de hueso para mí. Luego volvimos otro rato al bar para     observar un connato de pleito entre Óscar y Dominique. 
                        De regreso a casa     pasamos por una fundación alemana donde encontramos a otros dos alumnos de     Anoushka: León Lamm y su novia. León me cautivó, es un chavito ávido de     conocer todo lo cognoscible sobre la faz del planeta. En cuanto me     presentaron como "estudiante de la UNAM haciendo una investigación de     campo sobre el peyote en San Luis", se propuso extraer de mí toda la     información posible. Así es que nos fuimos los cinco a tomar un café.     Resulta que el niño León está fascinado justo con el mismo libro que me recomendó     el amigo de Jean-Pierre, Martín Montenegro antes de morirse: Una     eterna trenza dorada de Göedel... Definitivamente habrá que     conseguirlo. 
                        Coincidencias científicas 
                        
                            
                                
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                                     Esa noche leí todo el       libro de radiónica y me sorprendí nuevamente al encontrar confirmadas       algunas teorías de la tesis de filosofía matemática dimensional de mi       amigo Jean-Pierre [JP] y las de otro libro que estuve leyendo antes del       viaje a San Luis: Mensajeros del paraíso (30), un texto       muy disfrutable de Charles Levinthalacerca de los receptores       opiáceos que fabrican nuestros cerebros, o sea, las endorfinas, y su       papel dentro de la evolución humana. 
                                    Allí encontré en tinta       ajena confirmaciones a las siguientes hipótesis: 
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                        1. Los seres humanos     tenemos dos cerebros (que JP llama antropológico y gnóstico y Levintal     reptiliano-mamífero y neomamífero). 
                        2. Somos un experimento     sobre la tierra (JP lo dice parafraseando a los supuestos amigos     extraterrestres de Carlos Díaz y Levinthal por la inexistencia de un     eslabón evolutivo que conduzca de los primates al hombre). 
                        3. La existencia de una     especie de "internet cósmico" en el que inteligencias superiores     colocan información para que los humanos conectados en ese canal puedan     "bajarla" (JP dice que las ideas llegan sincronizadas a ciertos     hombres cuando es la hora de que las conozcamos y Levintal da ejemplos     asombrosos del descubrimiento paralelo de las endorfinas por tres equipos     distintos de investigadores). 
                        El libro de radiónica     apoya nuevamente la tercera teoría y se vislumbra la causa que JP alude sin     explicitar: mientras no evolucionemos espiritualmente, el manejo     energético, como es el caso de la radiónica, lejos de constituir un remedio     contra el dolor, podría representar el aniquilamiento de la raza humana.     Éstas es otra coincidencia entre los tres libros: directa o indirectamente     tratan sobre el dolor y la evolución vinculándolos. Levinthal ve en la     evitación del dolor el motor de la evolución y la radiónica ve en la     evolución la evitación del dolor; Jean-Pierre, si bien entiendo, considera     que ambas cosas van de la mano, no como causa y reacción, sino como     procesos simultáneos; no como fines en sí mismos, sino como medios para     otro fin aún intangible. 
                        Paranoia nocturna 
                        El día siguiente     despertamos tardísimo y lo pasamos tranquilos, básicamente leyendo, andando     en bici y comprando chucherías. Poco antes de las hora de la cita con     Ismael pasamos a recoger los sleeping bags que Jean-Pierre nos prestó.     Justo antes de salir llama mi mamá para preguntar por qué no me reporto.     Luego me pasa a mi papá que enseguida me pregunta si ya probé el peyote. Me     río y le digo que aún no, pero que estuve hablando sobre los huicholes y     sus ritos con los antropólogos. Pregunta si todavía tengo dinero. Todavía.     Me vuelve a pasar a mi mamá. Contesto sus preguntas y prometo hablarles     para avisarles cuándo regresamos. 
                        En la fundación ya está     Ismael con una cara de friqueado que no puede con ella. Dice que ya lo     pensó bien y resulta sospechoso ver a cuatro chavos acampando en una presa.     Anoushka que había quedado de ir a vigilarnos se arrepiente. Óscar     coincide, dice que nos vemos sospechosos con las mochilas. Ismael nos da     los peyotes en una bolsa y se despide. Yo le agradezco audiblemente el gran     regalo y le reprocho silenciosamente el abandono. Óscar dice que mejor mañana     busquemos un lugar seguro para instalarnos. Yo me enojo y hago berrinche.     Enciendo mi primer cigarro en 24 horas. ¡Me sabe a gloria! Óscar me abraza,     lo dejo que me abrace mientras me quejo de la pinche prohibición, del     pinche país que reniega de su sabiduría y reprime a quienes pretenden     seguir sus ritos; de las pinches autoridades a quienes cuatro chavos con     mochilas les parecen sospechosos... 
                        Le digo que ya no     incomodemos a la gente pidiéndole que delinca con nosotros, que mejor     llevemos nuestros peyotes a la Ciudad de México y nos vayamos solos al     bosque de La Marquesa. Él se encabrona. Hace su propio berrinche y camina     solo mientras Anoushka trata de convencerme de que es más peligroso viajar     con el peyote al DF que buscar mañana quien quiera infringir la pinche ley     y pueda prestarnos un espacio para la experimentación. 
                        Cuando regresamos a la     casa, examinamos nuestros preciados peyotes y discutimos. Yo insisto en que     ya no molestemos a nadie y nos los llevamos. Anoushka insiste en que hay     que hablarle al Ñoño Flanders, o sea, Javier rebautizado por su novio, para     que nos invite a su rancho. Óscar continúa en su berrinche silencioso que     sólo rompe para pedirme que salgamos a caminar. "¿Ahora?",     pregunto. "Sí güey. / Nel qué tal si nos ven sospechosos... / ¡Vamos     carajo! / Bueno..." 
                        Él dice que caminar     tranquiliza muchísimo, yo ya estoy cansada de tanto caminar y andar en bici     todo el día. Pienso decirle que caminar sólo tranquiliza a los wannabeats,     pero me quedo callada y camino sin tranquilizarme. Después de un rato Óscar     comienza a explayarse. Está molesto consigo mismo porque dejó todo en manos     de Anoushka, cuando debió de haberse hecho cargo él mismo. Se siente     responsable porque aún no hemos probado el peyote. Sabe que el día de mi     cumpleaños mi papá me dio dinero para comprar un módem y conectarme por fin     a internet, pero pensando que el Master de este juego de roll llamado     Tierra ya proveerá, usé el dinero para algo que se me antojaba más     prioritario. En fin que sintiéndose directamente responsable de que aún no     probáramos el peyote, Óscar decide tomar el control. Me convence de que     irnos a mi adorado bosque de La Marquesa en lugar de quedarnos en el     desierto es un sacrilegio; de que no necesitamos la ayuda de nadie; de que     mañana podemos rentar una bicicleta e irnos a cualquier lugar solos; y de     que vayamos inmediatamente al Coyoacán de San Luis, o sea, a la Plaza     Aranzazú para preguntarles a los "neojipis" por un sitio cercano,     desértico y solitario. 
                        Los neos dicen que     vayamos a cualquier cerro de San Pedro, otro pueblo minero abandonado     parecido a Real de Catorce, pero más chico, menos visitado y más cerca de     San Luis. Propuesta aceptada. Vuelvo a dejar de fumar. De hecho les dejo a     ellos el resto de mis tabacos. Óscar quiere ahora que vayamos a tomar un     café. Yo le recuerdo que: "Anoushka se quedó sola en casa... / ¡Eso     debiera decirlo yo! / Pero no lo dices porque eres un wannabeat."     Caminamos hacia Carranza, rumbo al parque favorito de Anoushka para     preguntar dónde rentan bicicletas. No hay nadie que sepa. 
                        De regreso a casa ya     estamos totalmente tranquilos, reconciliados y felices. Óscar sabe que     adoro a los wannabets, que por eso hago teorías sobre ellos y que cuando lo     llamo así no es con desprecio, sino con soslayada admiración. Y yo ya sé     que, tal como me dijo Jean-Pierre después de que él y Óscar escenificaron     en mi cuarto "una lucha de territorios", Óscar sí es del tipo de     los que habrían "madreado" a JP en la secundaria. Cuando se lo pregunté     dijo con una carcajada que "¡A güevo!" y añadió que en esa época     era todo un "criminal en potencia". Regresamos a dormir con la     intención de levantarnos temprano. 
                        Excursión psíquica en San Pedro 
                        
                            
                                
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                                     Óscar madruga. Yo me       despierto temprano y me entero de que ya fue a investigar lo de las       bicicletas y sólo las rentan en el interior del parque Tangamanga.       También averiguó que un taxi a San Pedro le cobra cincuenta pesos. Aún       tengo dinero, así es que ya la hicimos. El problema está en que allá no       hay ningún tipo de transporte para regresarnos, pero no importa. Nos       vamos y luego vemos cómo le hacemos. Ahora hay que lavar nuestros       queridos peyotes y sacarles una foto: 
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                        El taxista nos deja en     plena terracería y empezamos a explorar el bello y extraño sitio. 
                        
                            
                                
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                                     En un pequeño       montículo hay un campamento con unas tres o cuatro tiendas de colores que       contrastan con los tonos sepia del paisaje. Este es un pueblo aún más       abandonado que real de catorce. Sin embargo, cosa rara, parece haber una       familia de pobladores que conviven con las ruinas. 
                                    Vemos una pareja de       turistas visitando lo que de lejos parecen ser cavernas, aunque ya de       cerca se descubren como entradas de edificios construidas horadando el       cerro mismo. 
                                    Subimos por entre los       restos de antiguas casas. Son laberintos que te aprisionan cuando crees       que vas llegando a alguna pendiente. Óscar quiere que nos instalemos en       el interior de alguna ruina. Yo prefiero en el exterior, en la cima de       algún cerro. Entonces cruzamos para subir al que nos queda enfrente. 
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                        Escalamos por una -para     mí peligrosísima- cuesta de arena. Óscar sube con soltura porque no tiene     miedo de caerse. Yo trepo casi a gatas anclada por mi inseguridad hasta que     encontramos una vereda. 
                        
                            
                                
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                                     Óscar quiere seguir       escalando. Yo quiero seguir por un camino que parece ascendente. Él trepa       y yo camino pensando encontrarlo en la cumbre, pero la vereda conduce       hacia el próximo cerro y no hacia la cima. Así es que no me queda de otra       más que ponerme a escalar. 
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                        Y allí voy yo sola     cargando una mochila que cada vez me pesa más. Ya no hay arenas, ahora hay     piedras, cactos, espinos y hierbas. Estoy a la mitad y me siento extenuada,     me falta el aliento y tengo taquicardia. En un momento dado experimento un     miedo tan grande que sé que si no me controlo podría convertirse en pánico.     Me detengo a descansar y trato de tranquilizarme pensando que mí acelerada     frecuencia cardiaca y no el lugar o la soledad es lo que me perturba. Antes     de reiniciar la marcha detecto que en realidad es la inclinación lo que me     asusta. Pienso que en la planicie de la cima me tranquilizaré y me     concentro en llegar. No obstante, conforme sigo subiendo (en pausas para     que mi frecuencia cardíaca se mantenga moderada) alcanzo a ver que la cima     no es plana. Miro hacia abajo, saco una foto y me convenzo de que descender     sería más difícil que continuar. 
                          
                        Arriba ya debe estar     Óscar y él sabrá cómo se baja un cerro desértico, pienso en un intento por     refrenar otro ataque de miedo. Afortunadamente en eso escucho a Óscar     gritando mi nombre. No lo veo, pero lo escucho aliviada. Le contesto y     camino en dirección a él. Me regaña porque nunca le hago caso y se mueve     seguro frente a mí hacia la única palma que hay en todo el cerro. 
                        Mientras saca las cosas     y acomoda los sleepings a la sombra de la palma, yo sólo pienso en sentarme     para sentirme un poco segura y descansar. Lo hago, pero la seguridad no     llega. Tengo la sensación de que me voy a resbalar si me descuido, así es     que me arrastro hasta recargarme en la palma y asegurarme de que puedo     abrazarme a ella para detenerme en caso de emergencia. Le agradezco     enormemente su presencia y ya más tranquila, miro hacia abajo y esto es lo     que veo: 
                        
                        Óscar en cambio está     fascinado con el panorama horizontal. Dice que en el cerro de enfrente hay     dos pequeñas cruces. No alcanzo a verlas. Me pongo los anteojos que sólo     uso para leer y conducir, pero aun así apenas distingo las siluetas. 
                        Después de beber agua y     contemplar el paisaje, sacamos nuestros respectivos peyotes y nos los     comemos gajo tras gajo. No saben tan mal como esperaba. Tampoco nos     provocan náuseas. 
                        Óscar está en su     elemento. Sencilla y elegantemente busca unas varas. Me da una y se lleva     otra cuando decide explorar el entorno. Como yo me siento totalmente fuera     de lugar, decido quedarme con la palma y observar el paisaje que se     extiende hacia mi izquierda con la luna difuminada entre los bellos azules: 
                          
                        Luego me concentro de     nuevo en lo que hay frente a mí y escucho con claridad los regaños de una     madre a su hijo y los llantos de éste. Decido que no es muy agradable y me     pongo los audífonos para que Dadawa me acompañe. Cierro los ojos y me dejo     llevar por los juegos de voz mientras espero con calma emocionada los     primeros indicios de los efectos. Cuando los abro miro de nuevo hacia la     izquierda, ¡descubro que ya se ha ido la luna! y saco la última placa del     rollo: 
                        Me quito los audífonos y     me dedico a disfrutar los distintos tonos del cielo. Le doy gracias al     Universo por salvar la vida de mi amiga Frida que sufrió un aparatoso     accidente en Cuba hace unos días. También le doy gracias por acercar a     nosotros el peyote tan fácil y rápidamente y porque en esos momentos me     siento tranquilamente acompañada y protegida. 
                        Minutos después Óscar     aparece en mi campo visual. Lo saludo y mientras sube hacia mí lo veo muy     alto, tan moreno, con la barba y el bigote al estilo del caudillo del sur y     el sombrero colgando. "¡Zapata vive!" le gritan a veces los     compañeros de la universidad cuando camina como ahora, muy dueño del suelo     que pisa y llevando el pelo atado. En un instante entiendo la fascinación     de Anoushka y sus demás admiradoras europeas. Pero además, en estos     momentos, con la vara en la mano se ve como todo un guerrero de la     tradición solar. 
                        Se lo digo mientras se     sienta a mi lado y me autocompadezco por sentirme como una hechicera lunar     fuera de su elemento, encaramada en un cerro plenamente iluminado por el     sol y no retozando en un bosque húmedo iluminado por los rayos de la luna.     Le digo que el peyote es una planta masculina de la tradición solar y     diurna, mientras que los hongos son femeninos, de la tradición lunar     nocturna. 
                        Él me dice que no     debraye, que la luna refleja los rayos del Sol, que la energía es la misma     y que el Sol también es mi dios. Indudablemente tiene razón. Así es que me     asomo por la palma, del lado derecho y saludo al Sol. Luego nos recostamos     de cara a él y platicamos sobre el argumento de un libro de Bradbury que     Óscar está leyendo. Me cuenta que el hombre ilustrado tiene tatuajes en     todo el cuerpo, y la gente ve en cada ilustración algún pasaje de su vida.     Dice también que el sol tiene un halo color violeta. Yo no lo veo. Cierro     los ojos y cuando los abro el cielo me parece más azul, pero el halo     violeta no lo encuentro. 
                        Me incorporo y me     sorprendo como niña al descubrir que ahora veo las dos cruces del cerro de     enfrente con total nitidez. ¡No lo puedo creer! Óscar insiste en que el sol     entero tiene ya un tono violáceo. De repente escuchamos graznidos, miramos     hacia arriba y nos encontramos con una parvada de aves de color ocre     volando en círculos sobre nosotros. Óscar me grita emocionado que si no veo     las estrellas verdes. Sólo veo a los pájaros que desde mi perspectiva     parecen peces nadando en un mar azul intenso. Óscar quiere que vea las     estrellas. Yo también quiero verlas, pero para mí no están. 
                        Nos incorporamos juntos     y ahora mi amigo-mago tiene frente a sí un gusano de colores. Siento que a     mí no me va a hacer ningún efecto de tipo visual, que quizá necesitaba una     dosis mayor para vencer mis resistencias. Para no caer en malos rollos,     trato de substituir mi desilusión con la euforia de Óscar. Le pido que me     describa con detalles todo lo que ve. Y él toma encantado el papel de     lazarillo en un mundo visual al que por alguna causa no pude acceder. 
                        Óscar es un niño     fascinado que mira todo con un embeleso sonriente mientras grita:     "¡Mira, mira! ¿Estás viendo esto?" Y como no, busca palabras para     transmitirme el color verde-azul de las estrellas que danzan entre las aves     sólo cuando éstas aparecen. Van y vienen y con ellas las estrellas, los     gritos y la fascinación de Óscar. 
                        Ahora no están y ambos     escuchamos risas que vienen desde la derecha. Me recuesto y cierro los ojos     para dejar que Óscar disfrute de sus visiones y ver si yo obtengo a cambio     algún tipo de percepción corporal o algo así. Un nuevo, "¡Mira, mira!"     algo que supongo que tampoco voy a ver, me hace incorporarme tardíamente     para ver ¡¡a un zorro por detrás!! ¡¡¡Estuvo a unos dos metros de nosotros     antes de correr cerro arriba!!! 
                        Óscar quería tomarle una     foto, pero ya no hay rollo. Ambos discutimos entre risas de asombro en qué     gasté la última foto y si la cola esponjada sólo es propia de los zorros o     si pudo habernos visitado un coyote. En eso regresaron las aves y las     estrellas. Nos incorporamos. Me pongo a pelar mandarinas y naranjas que     Óscar avienta hacia arriba para que las aves vengan por ellas y las coman.     Cuando se acaban las frutas arrojamos galletas saladas que vuelan como     pequeños freesbys y vaciamos el contenido de nuestras botellas de agua. Yo     le entrego la mía a la palma que me prestó seguridad. 
                        Mientras Óscar continúa     extasiado con las aves y sus danzas, yo me clavo en la nitida contemplación     de las dos cruces que poco antes apenas veía con los lentes puestos y que     ahora veo estupendamente sin ellos. ¡¡¡Me parece un milagro en toda regla!!! 
                        No entiendo cuál es la     relación entre comer una cactácea y recuperar mi capacidad de visión     paulatinamente perdida desde hace años. ¿Qué ocurrió dentro de mi     organismo? ¿Qué neurotransmisores en mi cerebro pueden hacer que las     deformaciones físicas de mis globos oculares causantes del astigmatismo y     la miopía que tengo queden trascendidas de tal forma que ahora puedo ver     perfectamente a la distancia? ¿Podré ver también de cerca? Saco un libro de     la mochila y ante mi sorpresa, ¡veo el dibujo de la portada y las letras     con profundidad, como si se tratara de un cuadro de tercera dimensión!...     ¡Increíble! Comparto mi hallazgo con Óscar quien también ve los efectos de     profundidad aunque no puede ver las letras... 
                        Óscar se va a dar una     vuelta en compañía de su bastón y yo me quedo pensando cómo es que pueden     ocurrir tales prodigios. ¿Cuál será la explicación científica? ¿Acaso la     mezcalina trasciende las leyes de la física que hasta esos momentos han     venido operando en mis globos oculares? ¿El efecto será temporal o     permanente? Si resulta ser temporal, quizá la mente no esté encadenada a la     materia y pueda trascender sus limitaciones a través de la química. Y si el     efecto es permanente, quizá la química puede suplir de alguna forma hasta     ahora inadvertida los defectos físicos de mis globos oculares... Cualquier     explicación al milagro resultaría asombrosa. 
                        Este tren de pensamiento     me lleva a recordar que en la radiónica se usan únicamente las     frecuencias vibratorias de las drogas para curar. Con el libro de radiónica     ya son tres veces que encuentro informaciones vinculando tan estrechamente     las drogas y la sanación. ¿Por qué encuentro información confirmatoria     en el transcurso de mi investigación sobre las drogas? ¿Todo se conjuga o     yo estoy conjugándolo todo? 
                        A partir de este punto     pasé a cuestionar mi papel en todo esto: ¿Qué hace una escritora que     estudia ciencias políticas investigando sobre drogas, vibraciones y     evolución? Y la respuesta me pareció una obviedad que terminaba     respondiendo mis preguntas anteriores: No soy escritora, ni soy politóloga,     ni aprendiz de toxicóloga. ¡¡¡En realidad soy una investigadora!!! 
                        ¡¡¡UNA INVESTIGADORA DE     LA CONCIENCIA!!! Ya que lo que     investigo es siempre, directa o indirectamente, la conciencia humana, la     mía y por extensión la de los demás... 
                        Todo lo que he hecho     hasta ahora es explorar esa conciencia. Primero la abordé en conjunto,     desde la óptica limitada de la ciencia política, luego exploré mi propia     conciencia, a través de la introspección que supuso la terapéutica escritura     de mi novela The dark side of Satélite y otras búsquedas, y     la que suponen todas las experiencias consignadas en las páginas de mis     diarios... que a fin de cuentas no son pura introspección, sino una     combinación de ésta y las comparaciones que efectúo entre mis amigas y     amigos, mismas que siempre termino extiendo hacia hombres y mujeres... 
                        Por otra parte, encontré     que en mi investigación el tema de la evolución también va ligado     a la evitación del dolor, aunque a mí me gusta distinguir entre dolor (que es     físico) y sufrimiento (que es mental). Como el primer paso evolutivo que     experimenté, -al menos conscientemente- fue bajo el influjo de una droga     (ver mi experiencia personal con la marihuana), desde entonces     subsumo a las drogas en un complejo de evolución/evitación del     dolor-sufrimiento. Eso explica mi subjetividad al tratar el tema de mi     tesis, yo veo en las drogas lo que vi, lo que quiero ver, lo único que sigo     viendo: una llave dimensional, un acceso a lo que JP llama virtualidad. Un     acceso menos caótico, más claro, más seguro, y hasta cierto punto más     controlable que los supuestos encuentros con extraterrestres y las     disciplinas místicas de tipo meditativo, por ejemplo. 
                        Pero quizá sólo sea un     acceso adecuado para mí y para algunas gentes, para el resto puede ser todo     lo contrario porque incluye los peligros de la desviación adictiva, del mal     viaje, de la psicosis o la muerte misma; peligros que de alguna forma, para     mí no lo son; peligros que he vencido y estoy transmutando en el control,     la claridad y la seguridad que otros caminos no me ofrecen. Cosa que a fin     de cuentas resulta un simple medio a través del cual se manifiesta mi     verdadera naturaleza de investigadora de la conciencia... 
                        La literatura es otro     medio, ya que el fin no es la creación artística per se, el fin     es, expresar los resultados de mi investigación de la conciencia. Y según     percibía las cosas en esos momentos, tampoco éste parecía el fin último. Se     me antojaba que investigar la conciencia era un objetivo temporal que se     servía de herramientas como la literatura y las drogas para alcanzar la     meta última de regresar al conocimiento total. 
                        Entonces me di cuenta     de que estaba desconectada de la totalidad, que yo era una microscópica     parte de la conciencia estudiándose a sí misma y me sentí felizmente     abrumada por la grandeza del Todo que algún día volveré a ser. 
                        Durante unos     preciados instantes asistí al milagro de percibir por primera vez un atisbo     de La Realidad que han descrito algunos místicos: que formamos una unidad     indivisible con todo lo que existe en el planeta. 
                        Cuando mi azoro     decreció, me preocupé por rescatar y potenciar la clara idea de     que no soy escritora sino investigadora de la conciencia. Lo cual me tenía     eufórica. Siempre había tenido problemas vocacionales graves y esta idea     solucionaba todo de golpe con una sencillez y una elegancia impecables. 
                        Sentía que al pensar que     las drogas y la sanación estaban relacionados, no estaba "juntándolo     todo" como había pensado anteriormente, sino que mi objeto de estudio     englobaba todo esto y más: evolución, drogas, evitación del dolor,     frecuencias vibratorias, radiónica, cuarzos... etc. Todo un mundo de cosas     nuevas que estaba entrando de golpe por la ventana de mi vida en la que     anteriormente sólo tenían cabida la ciencia y la literatura en     compartimientos perfectamente distinguidos: lo comprobable era ciencia y lo     demás literatura, ya sea ficción o ensayo especulativo. 
                        En esos momentos los     diques de mi cerebro estaban rompiéndose definitivamente y el contenido de     los antiguos compartimentos estaba mezclándose en un mar de nuevas     posibilidades. Un mar en donde no hacía falta comprobar para creer, donde     la secuencia se invertía pues, ante la presencia de un fenómeno milagroso     como la recuperación temporal o permanente de la visión de una persona bajo     el influjo de una planta psicoactiva, lo conducente era investigar para     saber por qué ocurría, en vez de negarlo por incomprobable; Negar la     existencia de los milagros o las cosas aparentemente inexplicables me     parecía ahora la mayor aberración y la ignorancia más abyecta. Lo más claro     y fascinante para mí en esos momentos es que había que investigar cómo y     por qué ocurrían tales cosas, ¡¡¡y esa era mi labor como investigadora de la     conciencia!!! 
                        Ya no tenía que     preocuparme por publicar mi novela, sólo tenía que vivirla y disfrutarla...     [Empecé a escribirla durante una crisis existencial muy fuerte en la que     sentía deseos de suicidarme. Había dos personajes Gabriela y Karen que representaban     mis tendencias contradictorias y casi al final de la novela se encontraban     con una tercera: Eleusis, una viajera psíquica que les hablaba por primera     vez del peyote y cuya aparición en realidad constituía una síntesis de las     tendencias opuestas de los personajes anteriores y una nueva y     esperanzadora reconstrucción de mi personalidad.] 
                        Después de un rato Óscar     regresó por mí, quería llevarme a caminar. En la euforia de haber     descubierto al fin mi verdadera vocación y vislumbrando la aventura de disfrutarla,     me dejé conducir por él sin ningún temor. Guardamos las cosas y comenzamos     el descenso que, ayudados por las varas, resulta mucho más fácil de lo que     pensaba. Venía recordando a Kerouac bajando sus montañas a toda carrera     seguro de que no se caería cuando de pronto otro "¡Mira, mira!"     de Óscar me hizo volver raudamente la vista hacia el pedazo de cielo que     señalaba con su bastón: ¡¡¡había un halcón o un águila volando a pocos     centímetros de nuestras cabezas!!! Óscar dice que era un halcón, yo     digo que era un águila, pero fuera lo que fuera esta vez nos quedamos sin     palabras. 
                        Simplemente continuamos     bajando en silencio con cara de no puede ser posible y sin embargo     lo acabo de ver... hasta llegar a la vereda. Óscar me comunica     entonces que va maravillado porque siente que no tiene cabeza y las piedras     no son piedras. Yo coincido con esto último. Me siento súper ligera y tengo     la sensación de ir bajando por una cuesta de cereal esponjado como el     Corn-Pops de Kellogs. 
                        Cuando llegamos abajo     Óscar se pone a recoger algunas piedras de colores bellísimos y me explica     que aunque las ve como piedras, las siente como esponjas secas. Caminamos     hacia el pueblo abandonado y en algún punto prometemos volver con Frida y     Shopie para comprobar si los extraños y bellísimos colores de los vestigios     de paredes son en realidad como los estamos viendo en esos momentos. 
                        Viaje de regreso a San Luis 
                        Después de un rato de     caminar de nuevo en silencio llegamos a una plaza y nos sentamos frente a     una iglesia. Óscar me pide que sea yo quien busque cómo regresarnos a     San Luis porque él se siente aún demasiado high y todavía no recupera su     cabeza. Frente a nosotros hay tres carros y una pick-up. Los dueños de los     carros son chavos que traen cervezas en las manos y están oyendo norteñas a     todo volumen; así es que me dirijo hacia la pickup y le pregunto al     conductor que cómo podemos regresar a San Luis. Me explica que no hay     transporte y que la única opción es pedirle a alguien que nos lleve. Se lo     pido a él. Voltea a ver a sus cuates y hasta que alguno de ellos asiente     con la cabeza, me dice que sí. Pregunto a qué horas se van. En un ratito     más, antes de que anochezca. 
                        Regreso a sentarme junto     a Óscar hasta que escuchamos que encienden el motor del pickup. Agarramos     nuestras mochilas y nos subimos en la parte de atrás con un chico que se     llama Juan y una perra que se llama Topa. Como unos dos kilómetros abajo el     pickup se detiene. Bajan Juan y la Topa y el conductor nos pregunta si     queremos irnos adelante con él y un niño. Como ya anocheció y hace frío,     nos pasamos con ellos. 
                        Óscar sigue en su viaje     y a mí me toca iniciar la conversación con nuestros anfitriones. Resulta     que el conductor es geólogo y trabaja para una compañía canadiense que está     explorando las viejas minas para ver si aún queda algo de plata y oro qué     explotar. Óscar se integra a la plática cuando comenzamos a ver conejos que     atraviesan el camino frente a las luces de la camioneta. Le pregunto al     geólogo si hay zorros por la región y dice que sí y que los coyotes no tiene     la cola esponjada, así es que sin duda alguna nos visitó un     zorro. También dice que hay halcones, águilas y zopilotes.     Éstos últimos son muy grandes y tienen el cuello blanco, así es que quedan     descartados. Sólo queda águila o halcón. Óscar dice que fue un halcón yo     prefiero pensar que fue un águila... 
                        Ahora son ellos los que     platican sobre las condiciones laborales y el sueldo en dólares que paga la     compañía canadiense. El geólogo viene oyendo norteñas y de repente cambia     de estación. Escucho las primeras notas de una rola que me encanta, le pido     que regrese a ese canal, lo hace, sube el volumen y disfruto emocionada de     una canción que verdaderamente me fascina y aún no sé quién la toca. El     coro dice: 
                        I don´t mind the sun     sometimes, the images it shows 
                        I can taste you on my lips and smell you in my clothes... 
                        Sinerman and sugary and softly spoken lies, 
                        you never know just how you look through other peoples eyes... 
                        
                            
                                
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                                     El geólogo, que       también se llama Óscar, nos deja en San Luis, justo donde tomamos el taxi       esa mañana. Caminamos hacia la casa y de repente veo en el       escaparate de una librería un libro con un ojo que me llama la atención.       Aún veo perfectamente y alcanzo a leer el título sin esforzarme en       enfocar. Se trata de El yo cuántico, cuyo subtítulo resulta       una especie de alerta: "Naturaleza humana y conciencia definidas por       la física moderna" (27). ¡Justo en cuanto asumo mi vocación de       investigadora de la conciencia, se me aparece un libro que define mi       objeto de estudio a través de la física moderna! No cabe duda de que       se trata de una señal de confirmación e inmediatamente entro por el       libro. 
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                        Cuando llegamos a la     casa Anoushka está enojada y yo prefiero dejarlos solos e irme a cenar     enchiladas potosinas. Camino por Carranza con los audífonos puestos sintonizando     el 96.9 de San Luis que es donde habían pasado la rola fascinante y me     siento tan feliz cuando veo la luna sobre mí que me pongo a cantar y bailar     sola como acostumbro. 
                        Llego hasta el centro -y     como era de esperarse un 20 de noviembre en mero San Luis, cuna de la     Revolución Mexicana- hay una gran verbena popular. El gobernador y sus     secuaces están presenciando un concurso de danzón conducido por tres     maestros de ceremonias que se arrebatan la palabra del modo más patético.     Encuentro un puesto de enchiladas y como recomienda Escohotado para     terminar una gran sesión de peyote, ceno a lo grande mis deliciosas     enchiladas, unos maravillosos hotcakes de postre y mi premio final: un     buen tabaco. Después continúo andando por allí     observándolo todo hasta que me canso y camino de regreso. 
                        En un café al aire libre     que está en el callejón de la plaza de Aranzazú hay varios chavos en una     mesa y justo cuando voy pasando delante de ellos, alguno les comenta a los     demás mientras me señala. "Hace rato vi a esa chava caminando por     Carranza bien pacheca". Una de sus amigas le dice: "Ssh que te va     a oír". Lo cual me encabrona todavía más. Me volteo hacia la mesa y le     grito al tipo: "¡No estaba pacheca imbécil! ¡Estaba feliz!"     Y continúo caminando y temblando de coraje. Estoy igual que el protagonista     de Volver al futuro cuando alguien le dice gallina y     explota. Siempre me pongo fúrica y reacciono con     violencia cuando alguien me insinúa siquiera algo relacionado con     pachequez o adicción, y peor aún si se le ocurre utilizar la palabra que     más odio "drogadicto", para referirse a mí o alguien más en mi     presencia... Es automático. 
                        Tampoco esta vez supe     por qué me enfurecí al enterarme de que un descerebrado habitante de la     pinche ciudad más conservadora del país confundiera mi felicidad con     pachequez. ¿Por qué no me reí y lo olvidé? ¿Por qué no fui a explicarle que     la euforia debiera ser el estado natural del hombre? Mientras seguía     temblando y buscaba una respuesta lógica sólo resonaba en mi cerebro la     estrofa de mi canción fascinante: you never know just how you look     through other peoples eyes... 
                        Cuando regresé a la casa     de Anoushka, tal como esperaba, mis amigos ya estaban reconciliados y     andaban de luna de miel, por lo que me dejaron encerrarme a leer a gusto     las primeras páginas de El yo cuántico. Desgraciadamente     la magia de mi recuperación visual ya había cesado y tuve que usar de nuevo     mis lentes para leer la contraportada: 
                        Inspirada en los     fascinantes hallazgos del munso subatómico para brindarnos un nuevo modelo     de la conciencia humana, la autora trata las interrogantes eternas: 
                        * ¿Aporta la física     moderna el fundamento para que nuestra conciencia perdure después de la     muerte? 
                        * ¿De qué manera se     imprime en nuestro sentido del ser el mundo material? 
                        * ¿Existe un manantial     subatómico del cual brote nuestra creatividad, nuestra empatía con los     demás, y nuestro sentimiento de unidad con el mundo inanimado? 
                        Danah Zohar nos muestra     un modelo de realidad en el que el universo mismo puede poseer un tipo de     conciencia, de la cual la conciencia humana es una expresión. Desde esta     perspectiva podemos llegar a vernos como pensamientos en la mente de Dios. (27) 
                        ¡Danah Zohar! ¿Una mujer     en el abstracto campo de la física cuántica? Qué ruptura de paradigmas,     pensé y seguí leyendo para enterarme de que es licenciada en física y en     filosofía, con estudios de posgrado en religión, tiene dos hijos y vive en     Óxford, ¡qué envidia! Además su esposo es psiquiatra y colaboró con ella en     el libro... 
                        Puedo escribir con toda     sinceridad que nunca antes había experimentado un shock tan grande con     ninguna otra lectura. Y ahora sé que no es sólo mi cerebro investigador el     que se conmocionó con lo que más se ha acercado a ofrecer una explicación     global de lo que hace tiempo estaba buscando. A Frida le ocurrió lo mismo     cuando se lo platiqué por teléfono. Es más, creo que a ella le impactó más     que a mí por el proceso de su accidente que ella ve como un renacimiento. Y     eso que apenas estoy en el tercer capítulo porque tengo que leer cada     página como unas tres veces para comprenderla bien. De hecho debiera seguir     leyendo antes de estar sacando mis propias conclusiones mareadoras, quizá     Danah Zohar llegó a otras y yo estoy alucinando barato y transmitiéndole a     Frida mis debrayes. Sí, ceo que mejor me voy a leer y aquí le paro al     recuento... 
                        FUENTES DE CONSULTA ACERCA DEL     PEYOTE 
                        1. Arias Carvajal: Plantas     que curan y matan, EMU, México, 1990. 
                        2. Artaud, Antonin: México y Viaje al país de los tarahumaras, FCE,     México, 1995. 
                        3. Brailowski, Simón: Las sustancias de los sueños:     neuropsicofarmacología, FCE-CONACYT, Méx. 1995 
                        4. Brau, Jean Luis: Historia de las drogas, Bruguera, España,     1973. 
                        5. Cobo Quintas, Cristobal: "Carlos Castañeda, el enigma del última nagual" 
                        6. Escohotado, Antonio: Guía de drogas, las lícitas y las otras,     Ómnibus-Mondadori, España, 1990. 
                        7. Escohotado, Antonio: Historia General de las Drogas, (tres     tomos), Alianza, España, 1995. 
                        8. García Piñeiro, Juan José: En busca de las plantas sagradas, Col.     Nagual, Ed. Gaia, España, 1996. 
                        10. Goodman, Alfred et all: Goodman y Gilman. Las bases     farmacológicas de la terapéutica, 8va. Edición, Panamericana,     Argentina, 1991. 
                        11. Haerner, Michael J.: Alucinógenos y chamanismo, Guadarrama,     Madrid, 1976. 
                        12. Heffern, Richard: Secrets of the mind-altering plants of     Mexico, Piramid Books, USA, 1974. 
                        13. Huxley, Aldous, The doors of perception and Heven     and hell. Perennial Library,  NY, USA, 1990. 
                        14. Jiménez-Frontín, José Luis "El desafío de Carlos Castañeda"     en 6 ensayos heterodoxos, Madrágora, España, 1976 
                        15. Labarre, Weston: El culto del peyote, Premiá, México, 1987. 
                        16. Michaux, Henri: El infinito turbulento. Experiencias con la     mezcalina, Premiá, México, 1989 
                        17. Ott, Jonathan: Pharmacoteon, Natural Products Co., USA,     1996. (Traducido recientemente por La Liebre de Marzo). 
                        18. Paz, Octavio: Corriente alterna, Siglo XXI, México, 1967. 
                        19. Rodiles, Janine: Una terapia     prohibida: Biografía de Salvador Roquet,     Planeta, México, 1998. 
                        20. Roquet, Salvador y     Pierre Favreau: Los alucinógenos: de la concepción indígena a una     nueva psicoterapia, Prisma, México, 1981. 
                        21. Schaefer, Stacy: "The crossing of the souls: Huichol perceptions     of peyote", Shaman's drum, Spring, USA, 1996. 
                        22. Schultes, Richard E. y Hofmann, Albert: Plantas de los dioses.     Orígenes del uso de los alucinógenos, FCE, México, 1993. 
                        23. Shulgin; Alexander & Ann: PIHKAL, Transform Press, USA,     1995. En Internet: http://Hyperreal.com/drugs/pihkal/ 
                        24. Shulgin; Alexander & Ann: TIHKAL, Transform Press, USA,     1998. En Internet: http://Hyperreal.com/drugs/tihkal/ 
                        25. Urbina, Manuel: "El peyote y el ololihuqui", Espacios,     No. 20, año XIV, ICSH, México, 1996. 
                        26. Weil, Andrew & Winifred Rosen: Del café a la morfina,     Integral, Barcelona, 1993. 
                        27.     Zohar, Dana, El yo cuántico, Diana, México, 1996. 
                        28. Zuluaga Ramírez, Germán: El aprendizajer de las plantas: en la     senda de un conocimiento olvidado, patrocinado por Seguros Bolívar,     Colombia, 1994. 
                        29. Smith, Huston: La     percepción divina, el significado religioso de las substancias     enteógenas, Kairós, Barcelona, 2000. 
                        30. Levinthal, Charles F: Mensajeros del paraíso, Gedisa,     Madrid, 1989. 
                        31. Solana Luis Manuel: Plantas Ancestrales de Poder: Una     alternativa psicoterapéutica del presente y el futuro, Editorial     Índigo, Barcelona, 2004.  
                        Otras webs con     información sobre el peyote y cactus psicoactivos: 
                        El canto del Peyote.     Zaratrusta Underground.  
                        http://www.zaratrusta.com 
                        San Pedro 
                        http://www.clearwhitelight.org/hatter/sanpedro.htm 
                        Erowid Cacti Vault 
                        http://www.erowid.org/plants/cacti/cacti.shtml 
                        Botany of Peyote 
                        http://www.druglibrary.org/schaffer/lsd/pbotany.htm 
                        Peyote and other     psychoactive cacti 
                        http://users.lycaeum.org/~sputnik/Mescaline/CactusGuide.html 
                        The Mescaline Pages 
                        http://users.lycaeum.org/~sputnik/Mescaline/index.html 
                        Peyote Night  
                        http://www.druglibrary.org/schaffer/lsd/peyote.htm 
                        The Peyote Awareness Journal 
                        http://www.maps.org/paj/ 
                        The Peyote Foundation Home Page 
                        http://www.peyote.net/welcome.html  
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